Quiebre

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Algo que todo fanático del fútbol soccer sabe es que los "Clásicos" son partidos importantes, aquellos juegos en los que dos rivales por antonomasia se enfrentan por honor y gloria, existiendo alrededor del mundo muchos exponentes de este tipo.

Pero si hablamos exclusivamente de la ciudad Inazuma, las escuelas que representan la esencia deportiva son la Secundaria Raimon y Teikoku Gakuen, cada una con un método de enseñanza diferente.

Afortunadamente para los aficionados del deporte rey, ambas instituciones contaban con equipos de fútbol juvenil de primera categoría, las cuales competían en la fase regional previa al torneo nacional, antes llamado Football Frontier, ahora Holy Road.

Cuando el segundo tiempo comenzó, estos dos equipos continuaron con el choque en el campo para tratar de romper el empate que señalaba el marcador, con los dos capitanes enfrentándose entre sí en medio de tiros, barridas, cargas y demás.

Kirino como defensa y líder, tenía la misión de mantener a raya a Shindou, quien en este preciso momento estaba haciéndose pasar por un seed en el equipo rival, siendo una de las cosas más difíciles que había tenido que hacer en su no tan larga vida.

Los demás jugadores en el campo veían asombrados las expresiones de seriedad que ambos tenían, casi parecía que se matarían con la mirada.

La desventaja que Shindou tenía era que no tenía compañeros dispuestos a intervenir en su favor, por lo que perdió el balón apenas Kariya lo barrió, dejándolo en el suelo ligeramente adolorido.

Tras esa jugada, el esférico terminó en poder de Yukimura, pero este no pudo rematar ya que acabó recibiendo un codazo en el labio inferior, comenzando a sangrar como si la llave de un grifo hubiera sido abierta.

El árbitro lógicamente detuvo el juego para que el joven delantero fuera atendido, aunque ese fue el punto de inflexión para el pianista, quien furioso le recriminó el acto a su compañero.

- ¿Querías que ese idiota anotara un doblete? ¡Pues yo no! - Le respondieron con un empujón.

- ¿Acaso no tienes cerebro? - Dijo el peligris tomando al defensa por él hombro para evitar que se fuera impune - El portero pudo detenerlo, acabas de regalarles un penal, y como si fuera poco, tienes una tarjeta amarilla

Tras ese pequeño pero estricto sermón, Takuto caminó hasta su banquillo para beber un poco de agua, aunque eso no fuera más que una excusa, necesitaba hablar con su padre.

- Esto se está saliendo de control... Si no hacemos algo, lesionarán a mis amigos - Susurró sin desviar su mirada de la botella - ¿Qué haremos?

- Detrás de la portería del Raimon hay un supervisor del sector, si retrocedemos ahora, tu traslado habrá sido en vano... Recuerda que tenemos que perder sin que ellos noten nuestras verdaderas intenciones, tienes que ser firme, aguanta un poco más por favor.

Shindou no estaba convencido del todo, pero si algo lo caracterizaba desde muy pequeño era la confianza a ciegas en quienes lo vieron crecer, teniendo como ley propia el obedecer sin rechistar cualquier orden que sus padres o "tíos" le dieran.

Su primer encuentro con el miedo ocurrió durante un paseo grupal por la reserva nacional cuando él apenas tenía cinco años, época en la que jugar al soccer con sus amigos era algo extremadamente básico, por lo que perder el balón por un tiro mal ejecutado no era nada fuera de lo común, y por lo general, eso no representaba un gran problema, al menos no cuando el esférico caía en el río al que se suponía no tenían que entrar los turistas, o ninguna persona en realidad.

Él, como el niño más "grande" de todos, tomó la iniciativa de acercarse a la orilla para tratar de alcanzar la pelota que estaba estancada entre una rama y una piedra, pero como la gravedad no perdona ni al ser más inocente del mundo, terminó cayendo al agua, siendo arrastrado por la corriente que no le daba tregua, comenzando a ahogarse casi al instante.

¿Fácil? ¡No! (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora