Los dos faltantes

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Endou estaba en la puerta de su casa dando vueltas, tratando de pensar en una manera suave de contarle lo sucedido en la carretera a Kazemaru. No era tan simple como llegar y decir - Amor, estoy en casa, alguien me disparó y choqué nuestro auto - Si se atrevía a hacer eso, era casi seguro que al peliazul le daría un infarto por el impacto de la noticia.

La gravedad del asunto se debía a dos cosas, la primera por supuesto era su seguridad, un accidente siempre es algo negativo, pero lo que realmente le preocupaba al castaño era el estado de vehículo, el cual había sido elegido y remodelado por el peliazul, quien pasó meses enteros comprándole aditamentos, personalizándolo, mejorando el motor y demás, no por nada era una persona que gustaba de los trabajos manuales y pesados.

- E-estoy en casa.... - Anunció el chico de la banda naranja asomándose con lentitud, notando que la primera planta parecía estar vacía.

- ¡En la cocina! - Exclamó el ex-velocista - ¡Te preparé panqueques!

- ¡¿Qué haces cocinando?! - Reclamó molesto - El doctor dijo que tenías que descansar, no seas terco.

- Mamoru, ya te dije que me siento en plena forma, no sé por qué insistes en que me quede en cama todo el día, puedo perfectamente... - Su frase se vio interrumpida cuando notó el parche en el mentón de su esposo - ¿Se puede saber qué te pasó?

- Choqué - Respondió con normalidad, tratando de restarle importancia, pero arrepintiéndose casi de inmediato al percatarse de la expresión de Kazemaru - ¡No fue grave! En realidad, estoy bien...

- ¡¿Cómo pasó?! - Preguntó alterado, tratando de controlar su respiración - ¡Mamoru! ¡Responde!

- No te asustes... - Pidió suspirando, acercándose a este para guiarlo hasta el sofá - Alguien disparó mientras conducía, con suerte la bala no me impactó, pero si logró que perdiera el control, y como iba a muy baja velocidad, el choque contra el poste no fue tan grave... La peor parte se la llevó el auto...

- ¡Eso es lo de menos! - Se apresuró en decir el peliazul - Lo importante es que estás bien... El auto lo podemos arreglar, es cierto que me gustaba mucho, pero, me hace feliz saber que no te pasó nada... - Musitó abrazándolo - ¿La policía sabe quién disparó?

- No, aún no... Pero están investigando, no te preocupes por eso, al menos no hasta que te recuperes.

- ¡Mamoru! No puedes pedirme que no me preocupe, tuviste un accidente, no es algo que podemos tomar a la ligera.

- Hey, cálmate Ichirouta, ya sabes que no puedes tener emociones fuertes - Dijo juntando sus frentes, creando esa atmósfera cálida que solo Endou podía generar - Estoy aquí, contigo... ¿Qué más podemos pedir? Mientras sigamos juntos, lo demás lo podremos solucionar - Afirmó dándole un pequeño beso - ¡Cierto! ¡Dijiste panqueques! ¿Dónde están esas deliciosas y esponjosas masitas?

- ¡Por qué siempre haces eso! - Renegó el ex-velocista empujando al castaño - ¡Creas un momento romántico y luego apagas la pasión! - Bufó cruzándose de brazos - Ya no quiero cenar, me voy a dormir, cómete todos los panqueques y dales besos a ellos, buenas noches.

- ¡Espera Ichirouta! - Exclamó Endou conteniendo la risa - ¿Estás celoso de unos panqueques?

- ¡Qué va! Celoso no, molesto porque prefieres comerlos a ellos antes que a mí - Musitó subiendo las escaleras sin mirar atrás, con claras intenciones de irse a su habitación.

- ... - Endou por dentro se moría de la risa, sabía que todo eso no era más que una escena con algo de drama, pero si se burlaba, existía la posibilidad de que aquel enojo infantil se convirtiera en un enojo real, por lo que tuvo que hacer esfuerzos para no arruinar aún más las cosas - Ya sé, le daré la noticia ahora - Pensó sin dejar de mirarlo - ¡Ichirouta! ¡Ya podemos adoptar!

¿Fácil? ¡No! (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora