Pequeño Kariya

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Exactamente un mes después de haber regresado a Inazuma, todos ya estaban instalados en sus nuevas casas y comenzaban a decidir que hacer de ahora en adelante, porque a pesar de tener los medios económicos suficientes para vivir sin trabajar, querían mantener las mentes ocupadas y ser personas productivas que contribuyesen a la sociedad.

Kidou con ayuda de Fudou dirigía la empresa de su familia, los negocios iban bien debido a que durante los años en que ambos jugaron en Italia, se prepararon para poder asumir las riendas de todo cuando terminasen sus carreras como futbolistas profesionales.
Yuuto siempre supo que él era el heredero de todo y estaba orgulloso de aquello aunque en algún momento sintió temor al no sentirse preparado para el cargo, pero con el apoyo de otro gran estratega y genio como Akio, todo comenzaba a salir bien.

Goenji había comenzado a trabajar en la asociación de fútbol juvenil como asesor y embajador en el área que regulaba las normas deportivas, mientras que Fubuki por el momento solo lo apoyaba, quería volverse entrenador pero a causa de la fama era bastante complicado, tendría que esperar algún tiempo para que esto sucediese.

Endou se encontraba en la misma situación que el albino, quería dedicarse a enseñarle a los niños la belleza del deporte, pero siendo tan reconocido nadie lo contrataría. Por otro lado Kazemaru comenzó los trámites para convalidar los estudios de fisioterapia que había realizado en Madrid durante años, siempre le gustó la medicina deportiva y ahora que estaba libre, podía aplicar sus conocimientos con total libertad.

Hiroto llevaba años con un alto cargo en la empresa de su ya difunto "padre", administrando las finanzas con ayuda de Midorikawa, ambos eran bastante hábiles en el sector económico, incluso uniéndose al conglomerado para mejorar y revalorizar las acciones de la empresa "Kira", pero a pesar de tener la agenda llena, ya habían tomado la decisión de hacer crecer su familia.

- ¿Tienes todos los papeles listos Kiyama? - Preguntó el peliverde mientras armaba la silla especial en la parte trasera del auto - Apresúrate, no quiero llegar tarde.

- Sí, ya los tengo todos - El pelirrojo salía de la casa y cerraba con seguro la puerta, tomando su lugar en el asiento del conductor mientras se ponía el cinturón de seguridad.

- Que difícil es armar esa cosa - Decía riendo el ojinegro mientras se apresuraba en ir al lugar del copiloto - ¡Vámonos ya! No puedo esperar más - Levantó las manos emocionado - ¿Kiyama? ¿Por qué no arrancas?

- El cinturón.

- Vale - Se abrochó el cintillo - ¡Ahora sí! - Abrió un poco la ventana para ventilar el interior del auto - Hitomiko-san dijo que ya estaba todo listo, estoy muy emocionado.

- Yo también, hacía tanto que no íbamos al Sun Garden... Fuusuke me dijo que lo habían remodelado y que ahora contaba con mejores instalaciones - Suspiró un poco - Me alegro de que los niños que no son adoptados puedan crecer tranquilos ahí, como nosotros.

- La verdad es que en algún momento si me sentí mal al pensar en que nadie quería adoptarme, pero el cariño con el que nos criaron me hizo entender que ustedes eran mi familia - Sonreía con nostalgia - Kiyama, hay que donarles un campo de fútbol para que puedan jugar en el patio trasero, es bastante grande y será bueno para ellos.

- Me gusta la idea, hay que decírselo hoy a Hitomiko-san.

Tras conducir aproximadamente durante media hora, llegaron al Sun Garden y notaron de inmediato las mejoras de las que les habían hablado.
El lugar ahora se veía más moderno y amigable, con un bello mural en la entrada. Al ingresar vieron a un pequeño grupo de niños que corría por todo el local con un balón de soccer, lo que de inmediato les trajo recuerdos de su infancia, pero estos fueron interrumpidos cuando Hitomiko-san salió a recibirlo.

¿Fácil? ¡No! (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora