Temporal

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Fubuki y Kazemaru pasaron el resto de la tarde juntos, paseando por las calles de Inazuma, disfrutando de toda la paz y tranquilidad que su ciudad les ofrecía, siendo que a diferencia de Tokio, los niños y adultos los saludaban eran mucho menos intensos, no los agobiaban para sacarles fotografías ni conseguir autógrafos, quizá porque encontrarse con ellos era bastante común, podías verlos en la tienda de ropa local, el supermercado, los parques e incluso en algunos eventos que el Municipio de Inazuma organizaba.

Todo esto les permitía llevar vidas mucho más normales, dándose "lujos" que durante años no pudieron, a pesar de que estos fueran tan básicos y sencillos como lo es sentarse en una banca del parque o salir a correr por las mañanas. Se podía decir que de alguna manera comenzaban a recuperar sus vidas, dado que ser personajes públicos no era para nada fácil.

Ahí estaban, los dos comiendo el décimo helado del día mientras veían el sol ocultarse por el fondo de la ribera, ambos recostados sobre el césped, relajados hasta los huesos, manteniendo una conversación tan casual basada en la importancia de las abejas para el mundo, teniendo como espectáculo de segundo plano el entrenamiento de los incansables Inazuma Kids, quienes todas las tardes sin excepción, acudían a la ribera para practicar.

Cualquiera diría que una plática basada en las abejas no duraría más de 5 minutos, pero ellos estaban llenos de ideas soñadoras, tal y como cuando eran niños - "Hay que comprar un terreno y hacer una granja de abejas" "¡Hay que invertir en una campaña para que las respeten!" - Eran solo algunas de las propuestas que ambos daban, extendiendo su conversación hasta altas horas de la noche sin que se dieran cuenta.

- Es tarde ¿Te llevo? - Preguntó el peliazul, mirando la hora en su teléfono móvil - Las once... Mamoru me va a matar...

- Deberías escribirle, no es bueno hacer que se preocupe - Dijo estirándose sobre el verde pasto - Y sí, gracias, acepto que me lleves.

- Lo haré ahora, anda vamos - Agregó, levantándose y caminando hacia su moto mientras enviaba un corto mensaje de texto, para luego guardar el celular y colocarse el casco, ofreciéndole otro al albino.

- ... - El peliplata lo recibió y se montó atrás, sujetándose de los hombros de su amigo, sintiendo una descarga de adrenalina apenas este encendió el motor, recordando que al peliazul le fascinaba arrancar a máxima potencia - Por favor, vamos a velocidad normaaaaaaaaaaaaaal - No dio tiempo de terminar la frase cuando el viaje ya había comenzado, tan acelerado como de costumbre.

Kazemaru mantuvo el ritmo durante algunos minutos para que su acompañante se adecuara - ... - Iban apenas unas cuantas cuadras cuando decidió mirar por el espejo lateral, encontrándose con la sonrisa de su mejor amigo, esa era una señal clara de que miedo había pasado y ahora podía pisar el acelerador, aún más, completando la ruta hasta la casa del albino en muy pocos minutos - Listo, llegamos - Dijo el peliazul frenando en la entrada, observando como Fubuki bajaba de la moto y le devolvía el casco - Descansa Shirou, nos vemos pronto, mándale mis saludos a Hyouga.

- Lo haré, y gracias por contarme sobre Senguuji Daigo, te veré en el juicio - Finalizó dedicándole una cálida sonrisa al ojiavellana, viéndolo alejarse por las oscuras calles de Inazuma en su moto negra, con el cabello ondeando por el viento, escapándose de su casco azul eléctrico.

Acto seguido ingresó a su casa, estaba mucho más tranquilo que en la tarde, pero aún tenía que conversar con su esposo, sin embargo cuando llegó a su habitación, lo encontró profundamente dormido.

La imagen era sumamente tierna, así que no se atrevió a despertarlo, simplemente tomó la toalla y entró al baño, quería darse una ducha con agua caliente, pues para él, eso era lo más relajante del mundo.

¿Fácil? ¡No! (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora