Capitulo XXXVII

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Admes Evenson...

Hay momentos en la vida que no se olvidan, en esos momentos parece que el tiempo se congela, que nada ni nadie puede arruinarlos, esta noche va a ser una de ellas, es en todos sus aspectos ideal, estoy con alguien que adoro viviendo una noche mágica en la ciudad de Buenos Aires.

Jamás pensé que vería a Emily en este estado, no se tomó ni medio vaso pero si tengo que apostar, diría que el alcohol se apoderó de ella.

-Ojitos quiero ver la magia de Buenos Aires- me dijo con una perfecta sonrisa, ya me acostumbre a ese apodo, provenientes de sus labios cualquier cosa suena linda.
No estoy borracho como Emily, pero el alcohol me anima a que vaya , ¿qué puede salir mal?

Comenzamos a caminar por la calle Corrientes, el hotel está ubicado en una zona céntrica por lo tanto estamos cerca de todo.

Emily va caminando delante mío, me encanta ver cómo aprecia todas las luces, repentinamente tomó mi mano y comenzó a correr.

-Qué haces?- le pregunto mientras la sigo.

-La vez que bailamos bajo la lluvia me dijiste que hacías locuras, entonces hoy yo hago lo mismo- me respondió mientras cruzábamos la avenida hacia el obelisco.
Enfrente del monumento Emily empezó a dar vueltas, definitivamente esta chica me tiene loco, en un momento nuestras miradas se encontraron, el bullicio de las bocinas se silencian, los autos que pasan a nuestro alrededor desaparecen, lo único que existe en este momento somos nosotros dos.
De apoco Emily se empieza a acercar a mí, me encanta ver su pelo despeinado, se ve tan preciosa, tan natural y sin darme cuenta sus labios tocaron los míos, los latidos de mi corazón aumentaron a mil, sus labios saben a frutilla, ese beso por más que no lo quisiera admitir hace mucho que lo vengo esperando, me sorprendió que Emily me besara, ese beso pareció eterno, me llevo a la luna, me termino de enloquecer, ya de por si sentía cosas por ella, ese beso me enamoró.
Cuando Emily se separó,comenzó a caminar alejándose de mi, espero no estar soñando, no puedo estar soñando, no me puedo quedar con la duda de si esto es real, sin pensarlo dos veces, la tome de la mano y la acerque a mi, no dude en volver a besarla, quizás sea la única vez que lo haga por lo tanto voy a disfrutar este momento, cuando me separe de Emily no dude en decirle.

-Me tienes loco Miss mandona-

Emily no me respondió, simplemente se sonrojó y apartó la mirada de mis ojos.
Me encantaría saber que hizo para tenerme así de loco, me parece que es su forma de ser, de llevarme siempre la contra, creo que así lo logró . Con ella me siento tan cómodo siendo yo mismo, me estoy convirtiendo en el Admes que me negué a ser, me prometí a mi mismo que no me enamoraría en mi adolescencia, pero la verdad ya no me importa una mierda eso, yo solo quiero estar con ella.

Con Emily comenzamos a caminar sin rumbo, ella va saltando, tambaleándose, si la Emily sobria se viera así le agarraría un ataque, así que la comencé a filmar porque si le cuento todo lo que hizo no me va a creer, que lo vea por ella misma.
Cuándo se percató del celular me dijo que nos saquemos algunas fotos, mi favorita es en la que ella me dio un beso en la mejilla, cada vez que se acerca a mi logra detener mi respiración.
Miss mandona va caminando junto a mi, aferrada a mi brazo, siento que esta temblando.

-Tienes frío?- le pregunté mientras me sacaba el saco.

-Un poco- me respondió frotándose sus brazos, entonces le puse mi saco.

-Mejor?-

-Mucho mejor- me respondió regalándome una sonrisa -Admes, podemos ir a la playa?, tengo ganas de ver el mar-

-Emily estamos en Buenos Aires, acá no hay playas, para eso nos tenemos que ir a Mar del Plata y para cuando lleguemos ya se te habrán pasado las ganas de ver el mar-

-Ok aguafiestas, tengo hambre podemos ir a comer hamburguesas ahí- me preguntó señalando un local de comidas rápida.

Cuando entramos dirigí a Emily hacia una mesa para evitar que haga alguna locura, en este estado siento que sería capaz de coquetearle a alguien y mi lado celoso no tardaría ni dos segundos en salir, no quiero volver a ser arrestado.
Regrese a la mesa con la comida, Emily está dormida, se ve tan tierna, su cara esta llena de paz, me da lástima despertarla, me encantaría poder verla siempre así, por la tanto decidí sacarle una foto, el flash la despertó, por lo menos no voy a sentir la culpa de haberla sacado de sus sueños.

-Qué bueno que ya está la comida, tengo hambre- me dijo mientras tomaba las papas fritas, estuvo un rato luchando para abrir el sobre de ketchup, hasta que rendida me lo entrego diciéndome -Me lo abrís ojitos?-

-Cómo usted ordene Miss mandona- le respondí abriéndolo.

-Podrías haber tardado un poco más, me haces quedar como una idiota haciéndolo tan rápido- me dijo mientras tomaba el sobre y se lo agregaba a las papas.

Luego de comer, fuimos a caminar por plaza de Mayo, Emily sigue caminando como una borracha, repentinamente me dijo.

-Me puedes hacer caballito?, ya no me gusta caminar descalza y los tacos son muy incómodos-

-En que me convertiste?, ven- le dije mientras me arrodillaba para que pudiera subir a mi espalda.
Miss mandona rodeó mi cuello con sus brazos y descansó su cabeza sobre mi hombro, vamos caminando iluminados por las farolas, puedo sentir como su cálida respiración rosa mi cuello, el silencio a veces es perfecto, puedo estar con ella sin decir nada y aún así es un hermoso el momento, no es un silencio incómodo ni rencoroso, literalmente es único.
Repentinamente Emily me dijo.

-Ojitos por favor detente-

-Qué pasa estás bien?- le pregunté mientras ella se baja de mi espalda y se dirigía hacia un tacho.
De un segundo para el otro Emily comenzó a vomitar, decidí tomarle el cabello para que no le colgara, comencé a acariciarle la espalda haciendo círculos para que se relajara y así estamos como dos adolescentes normales, ella con la cabeza enterrada en un tacho y yo observando el pasar, definitivamente nuestras aventuras son raras, para matar el tiempo mire mi reloj y me quede asombrado al ver que ya son la una y media de la madrugada.
Una vez que Emily se recuperó la tomé entre mis brazos y comencé a caminar hacia el hotel, en un supermercado me detuve a comprarle agua.
Qué manera de terminar esta salida, con la chica que me incentivo a salir entre mis brazos, con sus tacos y una botella de agua en mis manos, sin duda alguna esta noche fue mágica en la ciudad de Buenos Aires.

Literalmente Juntos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora