Jiang Cheng y Lan WangJi siendo Besties

Maratón 3/5

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— Solo actúa natural. — Jiang Cheng siseó en voz baja, asomando la cabeza por detrás del edificio que estaban usando para esconderse y examinar el camino. Estaba vacío. Ahora era el momento perfecto para escapar.

— Mn. — Lan Wangji asintió.

— Lo digo en serio. — Jiang Cheng enfatizó. — No nos arruines esto.

— No lo haré. — Lan Wangji respondió. Sonaba irritado. Por otra parte, habían estado escondidos detrás de la cocina un tiempo y el sol ya estaba comenzando a salir. Seguramente eran las 5 de la mañana en este punto.

— Okey. A las tres. ¿Listo?

— Mn. Uno.

— Dos.

— ¿Wangji? ¿Wanyin? — Jiang Cheng y Lan Wangji atestiguarían, hasta el día de hoy, que no saltaron y que Jiang Cheng no chilló como un bebé.

— Hermano.

— ¡Lan Huan!

Lan Xichen sabía que se arrepentiría de haber preguntado, pero la curiosidad pudo con él, — ¿Qué están haciendo ustedes dos aquí? Me di cuenta de que no estabas en la cama esta mañana, Wanyin, así que vine a buscarte y... — Lan Xichen hizo una pausa, notando el misterioso bulto en el área del estómago de Lan Wangji.

Al darse cuenta de su mirada, Jiang Cheng y Lan Wangji se miraron, con los ojos muy abiertos y luego volvieron a mirar a Lan Xichen, que parecía aún más confundido.

— Subió de peso. — Jiang Cheng soltó al mismo tiempo que Lan Wangji dijo: — Estoy embarazado.

Lan Xichen los miró boquiabierto.

Sacudieron la cabeza y volvieron a intentarlo.

— Está embarazado.

— Subí de peso.

Lan Wangji suspiró y Jiang Cheng se dio una palmada en la frente con la palma de la mano.

— ¿Por qué dirías que estás embarazado? Eso ni siquiera tiene sentido. Eres un hombre . — Jiang Cheng espetó, lanzando sus manos en el aire. — Y eres el de arriba. — Añadió después de un segundo.

—  A veces-

Jiang Cheng hizo una mueca, — No quiero escucharlo.

— ¿Por qué dirías que estoy gordo entonces?

— No dije que estabas gordo, dije que subiste de peso, ¡hay una diferencia!

— Con frecuencia como menos que tú.

— ¿Me estás llamando gordo?

— Pues-

De repente, Jiang Cheng y Lan Wangji recordaron que los habían atrapado. Intentaron alejarse de Lan Xichen, fingiendo inocencia, pero en sus esfuerzos por parecer menos sospechosos, solo terminaron aumentando la preocupación de Lan Xichen. Sin embargo, debido a que caminaban hacia atrás, no vieron hacia dónde se dirigían. Lan Wangji tropezó con una roca y Jiang Cheng trató de estabilizarlo, pero al hacerlo, lo que Hanguang-jun estaba escondiendo en su túnica cayó directamente en la línea de visión de Lan Xichen.

Eran manzanas. Manzanas rojas para ser precisos. Había al menos quince de ellas, si no más. Fue casi cómico ver cómo cayeron de la túnica y rodaron por el suelo.

Lan Xichen abrió y cerró la boca una y otra vez, pero no pudo pronunciar ninguna palabra.

— ¡Mierda! — Jiang Cheng gritó cuando él y Lan Wangji se arrodillaron para recoger rápidamente las frutas en sus brazos.

Lan Xichen se preguntó si alguno de ellos era consciente de lo ridículos que se veían.

— Um, ¡podemos explicarlo! — Dijo Jiang Cheng, mirando a su esposo con ojos suplicantes. Lan Xichen enarcó una ceja.

— Continua.

— Um...

— Estamos criando un ejército de tortugas. — Lan Wangji intervino y luego se apresuró, presumiblemente dejando a Jiang Cheng para que se ocupara de las consecuencias.

— Lo que él dijo. — Y luego Jiang Cheng también se fue, pero no antes de agregar un sincero: — ¡Almorcemos más tarde! ¡Te amo! — al final mientras se escapaba, cuidando que las manzanas no cayeran al suelo.

— ¿Yo también te amo? — Lan Xichen se rascó la cabeza, pero sabía que era mejor no reflexionar sobre las payasadas de su esposo y su hermano.

Eso solo lo dejaría con dolor de cabeza.

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