38 - Preguntas -

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Si tienes la oportunidad de decidir dónde quieres vivir, elegirías aquel lugar donde sientas que te aman, un lugar perfecto para ti, creí que había encontrado eso, había aceptado vivir allí, tenía una familia, gente que me quería, sentía que todo era perfecto y que era el momento de seguir con mi vida. Pero hubo algo que simplemente lo cambió todo, no tenía que escoger donde quería quedarme, ya estaba decidido desde un inicio, hubo momentos en los que me sentí perdida y otros en los que encontré mi lugar, inconscientemente lo supe, sabía que pasaría, siempre regreso al mismo lugar, solo quería negarme a creerlo.

Abrí los ojos al escucharlo, mi respiración se aceleró y miré a todos lados. Sus ojos azules se posaron sobre mí y soltó una pequeña risa.

- Hiroto. – Susurré.

- Quita esa cara de estúpida.

Me levanté de la cama en donde estaba recostada, empuje al chico, haciendo que quedase contra la pared, estaba confundida y enojada, presioné mi brazo sobre su cuello.

- Hiroto. – Dije apretando más. - ¿Dónde está Hiroto?

Él rio.

- La tenemos devuelta. – Alzó la voz.

- ¿Dónde está Hiroto? – Repetí.

- Te van bien mis llamas.

- ¿Qué?

Puso su mano en mi mejilla y giró mi cabeza, miré mi reflejo en el espejo que se encontraba ahí, parte de mi cuerpo estaba envuelto en llamas azules, mi enojo desapareció, se convirtió en temor y asombro, las llamas se apagaron, lo miré nuevamente.

- Bienvenida de nuevo. – Lo solté de mi agarre, puso su mano sobre mi cabeza. – Hay ropa sobre esa silla, puedes tomar un baño y luego ven, te diré todo lo que quieras.

- ¿Y Hiroto? ¿Dónde está Hiroto?

- Hiroto, Hiroto, Hiroto. – Resopló. – Ya callaté, te dije que vayas a tomar un baño y vienen las preguntas.

Salió de la habitación, cerrando fuertemente la puerta.

Tomé la ropa que había en la cama.

- Ni si quiera dice dónde queda el baño. – Susurré. – Ni si quiera me dice su nombre... - Suspiré, varios recuerdos llegaron a mi mente. – Dabi... Maldición... Debo regresar a la U.A... Debo regresar donde Hiroto.

Tenía recuerdos enredados unos con otros, pero me había decidido, había decidido donde debo quedarme, pero no puedo quedarme donde no pertenezco. Abrí unas cuantas puertas hasta que encontré el baño, me di una ducha rápida y miré la ropa que me había dado.

- ¿Qué tipo de acosador es Dabi? ¿Cómo sabe cuál es mi talla de ropa interior? – Miré las bragas y el brasier que tenía.

- No fue tan difícil saberlo.

Sostuve la toalla en la que estaba envuelta.

- ¿¡Qué mierda pasa contigo!? ¡Largo! – Le lancé lo que tenía a mano.

- Gracias por el brasier. – Lo agarró sacudió frente a él.

- Devuélveme eso. – Me acerqué a él y se lo quité.

- Apúrate, si quieres saber alguna cosa.

- Si, si, si, ahora largo. – Lo empujé y cerré la puerta dejándolo fuera.

Una camiseta blanca, un pantalón deportivo negro y una sudadera del mismo color, fue la ropa que tenía para ponerme. ¿Qué debía preguntar? Hay mucho que necesitaba saber. Regresé al recordar su nombre, pero entre más lo repetía más perdía la esperanza de volver con Hiroto. En primer lugar, había llegado a la base de la Liga de Villanos por respuestas y terminé con más preguntas de las que tenía. Mis padres en la realidad con Hiroto, no eran mis padres, había sido adoptada a mis tres años, ¿Cuántos años en realidad tengo? Los estudios habían determinado que tenía entre 15 y 16 años, pero mis papeles de adopción escribían que el mismo día que regresé había cumplido mis 18.

Como Una Estrella Fugaz BNHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora