- Hasta pronto, cariño -
Era una fría mañana, el cielo estaba gris y ligeras gotas de lluvia que caían del cielo chocaban contra la cara del chileno, mezclándose con sus propias lágrimas. Se encontraba ahí, parado en frente de una tumba vacía ¿Qué más podría hacer? Una vez que mueren no dejan restos, simplemente desaparecen y la única prueba de que alguna vez existieron queda en registros y más vagamente en la memoria de los demás.
Hace apenas unas semanas estaban juntos desayunando, hablando sobre cosas sin importancia y peleando por quién lavaría los trastes sucios ese día. Y hoy estaba en su funeral, el cual no fue capaz de soportar. Ver como un cajón vacío era bajado lentamente hacia lo profundo de ese agujero, le parecía injusto no tener un cuerpo al cual llorar.
Esperó a que la multitud se dispersara y se acercó al ataúd vacío. Se tomó unos minutos para contemplar la escena; una tumba con delicadas terminaciones de marfil y una gran cruz, en alemán tenía escrito "Imperio Alemán 1871-1918". Sus ojos se nublaron al leer lo último.
- Dime... ¿Qué se supone que haga yo sin ti?-preguntó a la tumba con voz débil-. No puedes irte sin más... ¿Y nuestra casa? Dijiste que tendríamos toda una vida para decorarla juntos -su voz comenzó a quebrarse-. ¿Ya olvidaste que íbamos a adoptar un perrito? ¿Se te olvidó lo difícil que fue obtener el permiso para vivir juntos? ¿Y tú auto? Tenías que llevarlo al mecánico -empezó a reclamarle con la pequeña esperanza de que le respondiera-. ¿Cómo detengo este dolor? -gruesas lágrimas recorrían sus mejillas y sentía cómo se le estrujaba el pecho-. Me enseñaste tantas cosas, pero nunca a vivir sin ti y yo... -La garganta le quemaba-. No quiero, me rehúso a vivir en un mundo en el que no estés...
Estaba tan absorto en su dolor que no sintió a un país más bajo que él situarse a su lado.
- Yo... Intenté detenerlo, pero nunca me escuchó -comentó con tristeza.
Chile se limpió rápidamente las lágrimas e intentó regular su respiración.
- Perdón pero ¿Quién es usted?
- ¿Su reemplazo? -soltó sin más-. No lo sé, varios me rechazan y aún no tengo claro mi propio nombre... -el país tricolor deslizó sus dedos por la figurilla en forma de cruz que se encontraba sobre el lugar de descanso-. República de Weimar, pero la mayoría me ha nombrado como Imperio Alemán... Lo cual es raro, porque usted ya sabe... Él desapareció luego de la derrota en la guerra.
- Ojalá solo estuviera desaparecido, que usted esté aquí solo confirma el hecho de que él ya no está con nosotros -dijo el sudamericano con amargura.
El silencio reinó entre ambos, la lluvia cada vez se hacía más y más presente. Las pocas personas que también se encontraban allí empezaron a retirarse debido al mal tiempo.
- Debería volver a su casa, podría enfermarse -sugirió-. Además, con todo esto de la guerra, no me parece muy seguro que se encuentre aquí. No recuerdo haber visto su bandera antes.
Las gotas de lluvia no cesaban y ambos tenían sus cabellos mojados pegados a sus rostros. Además, de su ropa completamente empapada. Ninguno traía un paraguas.
- Por culpa de esa estúpida guerra -apretó un puño con fuerza-. Es que él ya no está... Un consejo de República a otra -comenzó a hablar ignorando a su contrario-. No se fíe tanto de lo que está escrito en los papeles, ni de lo que digan sus autoridades. Puede que no tengamos ningún poder, ya que solo somos una representación de nuestras tierras y población, pero saber la verdad les quita el poder sobre usted -se detuvo un momento para observar al país-. Se parece a él -acarició suavemente su mejilla-. Solo que unos cuantos centímetros más pequeño -rió suave y de forma triste, con los ojos apagados se alejó volviendo al camino principal-. Si necesita ayuda con algo no dude en buscarme, soy Chile ¡Espero volver a verlo República de Weimar! -se despidió de espaldas.
- ¡Lo mismo digo, señor Chile!
El chileno continuó su camino hacia el avión que lo llevaría de vuelta a América. Al momento de abordar el avión sintió como todo su cuerpo le dolía, había hecho ese viaje tantas veces y saber que esta sería la última vez que visitaba el país en mucho tiempo solo lo entristecía aún más.
Volvió a una casa vacía, nadie lo estaba esperando. Perú y Bolivia aún no le hablaban luego de la Guerra del Pacífico, no le caía bien a Argentina y México estaba en medio de una revolución. Su vida había comenzado a girar en torno al Imperio ¿Y ahora tendría que seguir como si nada? En un arrebato de ira y tristeza comenzó a desordenar todo el lugar. Derribó el librero que contenía sus libros favoritos, arrojó los cojines del sillón contra la pared e hizo caer un marco que estaba colgado en la pared. Estaban juntos en aquella fotografía, eran felices, pensaron que siempre lo serían.
Ver aquel cuadro en trizas lo trajo de vuelta a la realidad. El Imperio se había ido y por mucho que se negara a aceptarlo, ya era un hecho y nada podía hacer para cambiarlo. Se aferró a aquella foto como si su vida dependiera de ello. Lloró desconsoladamente durante horas, tirado en el frío suelo junto a un montón de vidrios rotos. Quizás estaban tan rotos como él.
- Bis bald... Liebling -sollozó en la soledad de su hogar.
Ellos lo sabían, no podían escapar del mundo y su pequeña burbuja no los mantendría a salvo. Tarde o temprano uno de los dos tendría que irse y alguien más lo reemplazaría, pero siempre pensaron que tendrían más tiempo. Se lo merecían, sin embargo, cuando ese tiempo de paz llegó, lamentablemente no fue para compartirlo juntos.
- Mocca -
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Amor Tricolor
Romance🇨🇱¡Vamos de vaciones! Decían ¡Será divertido! Decían. Nadie te dice que vas a terminar corriendo por tu vida a la mitad del bosque, sin celular, en un país desconocido, mientras que tus "amigos" comen helado. 🇷🇺¿Postre? Sí, por favor ¿Salir? No...