Capítulo 12.1

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Unas tenues luces cálidas ambientaban el lugar. No tan concurrido, las personas mantenían un tono de voz moderado y el canal de deportes ofrecía una gran distracción para quien lo necesitara.

— Rusia —acomodó sus lentes con su dedo.

— ¿Qué? —estaba a punto de darle un sorbo a su cerveza, pero se detuvo.

— ¿Estás enfermo? —expresó preocupado.

— ¿Por qué lo dices? —dejó su trago a un lado extrañado.

— Estás sonriendo —señaló su rostro—. Tú sólo sonries cuando a USA le pasa algo malo.

— Pff ¿acaso no puedo simplemente estar de buen humor? —continuó bebiendo.

— Tratándose de ti... —suspiró—. Qué quieres que te diga.

— Está bien, conocí a alguien.

No era del tipo que se iba con rodeos.

El alemán se atoró con su propia cerveza, y comenzó a toser exageradamente.

— Qué asco —le acercó unas servilletas.

— Existe alguien que soporta tu pésimo genio —tomó los trozos de papel y se limpió la boca—. Gracias —las hizo bonita y dejó a un lado—. ¿Y que además de eso le gusta? ¿Es siquiera posible?

— Que buen prospecto el que tienes de mí.

— Mis disculpas mi estimado, pero cada vez que yo o tus hermanos hemos intentado presentarte a alguien resulta mal —giró la cabeza indignado—. La última vez casi me cuesta un tratado de comercio.

— No es mi culpa que sean pésimos casamenteros —se encogió de hombros.

— Pero dime hombre, ¿quién es? Para darle el pésame —desvió la mirada.

— Entre tú y Kazajistán no sé quién es peor —le dió un puntapié por lo bajo en la espinilla.

— ¡¿Él ya lo conoce?! —se sobó en silencio—. ¿Antes que yo? ¿El sol de tus mañanas?

— Necesitaba consejos para llevarlo a una especie de cita —hizo una breve pausa para enfatizar—. Y kazajistán sí respondió mi mensaje.

— Perdón por tener trabajo —se cruzó de brazos brevemente—. Dejando eso de lado, ¡¿Quién es?! ¿Cómo se llama? ¿Es europeo o asiático?

— Es americano —respondió lo último que retuvo y dio otro sorbo a su trago.

— ¡¿ESTÁS SALIENDO CON ESTADOS UNIDOS?!

Rusia abrió sus ojos de par en par.

— ¡Dios me libre! —suplicó con una notable mueca de asco—. Creo que tú ya lo conoces, pero iremos juntos a la gala de invierno así que te lo presentaré ahí —no pudo evitar mirarlo feo por lo que acababa de insinuar.

— Cuanto misterio, pero bueno, me alegro de que por fin hayas encontrado a alguien que te soporte —extendió su vaso en señal de brindis.

— Claro, ¿qué hay de ti? Me molestas, pero hasta donde yo sé tampoco has tenido nada serio. Es más, desde que te conozco nunca he sabido que hayas salido con alguien.

— Hace un tiempo salí con algún país, duramos bastante, pero las relaciones no son lo mío y... digamos que eso simplemente no terminó de la mejor manera.

— ¿Y cómo era? No hace falta que conteste si no quieres.

— Él era dulce y amable, siempre estaba con una sonrisa —sonrió para si mismo al recordar algo—. A veces hacia unos chistes muy malos solo para sacarme una sonrisa y cuando me enfermaba se quedaba despierto toda la noche solo para cuidarme.

— Parece que era buena persona.

— Demasiado, yo... No supe como lidiar con eso. Llegó un punto en el que me molesté con él por ser tan bueno y le terminé, nuestra relación se límita meramente a lo político ahora.

— ¿Aún te gusta?

— No lo sé, no usaría exactamente esa palabra. Han pasado muchos años, le hice daño y él a mí.

— Si asiste a la gala podrías intentar hablar con él y resolver las cosas. Si ya pasó hace años de seguro y él aún te tiene algo de aprecio.

— Lo dudo mucho, además, no suele asistir a ninguna —golpeó la mesa con su vaso vacío—. En fin, galán rusia. La gala es en cuanto ¿tres semanas más? ¿Ya conseguiste un traje?

— ¿No puedo ir con el negro que uso para las juntas?

— Hombre, vas a tener una cita ¡y es una gala! Si Francia te estuviera oyendo ya nos habría dado cinco sermones. El martes vamos a ir a conseguirte uno, invita a tus hermanos también, estoy seguro que ellos tampoco piensan comprar un traje, son todos iguales pero en distinto tamaño.

— Suenas como URSS, me da escalofrios —se encogió en el lugar.

— Todavia tengo trabajo por terminar —ignoró el comentario—. Así que te veo el martes —dejó dinero en la mesa—. Yo los recojo en tu casa, nos vemos.

No le dió ni tiempo para despedirse cuando ya se encontraba fuera del lugar.

Pidió otra cerveza para calmar los nervios que sintió tras percatarse en la situación que se encontraba. Pronto Chile conocería a su amigo y hermanos.

No podía esperar.




































Datazos

No hay despedida emotiva en el aeropuerto pq me faltan neuronas

También me faltan para traducir






Gracias por leer esta weá<3

Mocca
🍻🇩🇪

Amor TricolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora