Capítulo 12 (pt. 1)

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Ni siquiera le había hecho falta su alarma para despertar. Siete de la mañana exactos. Su compañero aún se encontraba profundamente dormido, y si hubieran sido otras las circunstancias, probablemente él también lo haría.

Se estiró efusivamente en la cama, estos días había comenzado a dormir como nunca. Tardó un poco en elegir la ropa que usaría, se decidió por algo un poco más formal de lo que suele usar; un beatle y abrigo negros, unos jeans oscuros y sus zapatillas. Por alguna razón quería verse bien para su salida. Una ducha rápida, un ligero desayuno para evitar que le sonaran las tripas y ya estuvo listo en menos de veinte minutos, solo le quedaba esperar que llegasen por él.

— ¿Tan temprano que despertaste? —preguntó el andino junto a un bostezo mientras se servía un vaso de agua—. ¿Y esas pintas? ¿A dónde vas? —la respuesta era más que obvia.

— Voy a salir con el ruso —respondió indiferente mirando hacia la ventana, no veía la hora de que llegaran por él.

El peruano se limitó a suspirar, sabía que no iba a conseguir nada insistiendo.

— No vuelvas muy tarde, recuerda que nos vamos mañana temprano —palmeó su espalda y volvió a su cuarto.

— Sí, sí —no estaba escuchando para nada, una silueta de abrigo gigante había robado su atención—. ¡Voy saliendo, chao! —tomó su mochila rápidamente y salió del piso camino al ascensor.

Rebosaba de energía para alguien que había dormido casi cuatro horas. Una vez que las puertas se abrieron y lo dejaron en el primer piso buscó a su acompañante, quien destacaba bastante por su altura. Ahí se encontraba, cercano a la recepción conversando con el encargado. El porte y su expresión serios propios de él, realmente nunca se imaginó haciendo cosas tan simples como tomar un helado, reír o jugar con piedritas con un país así.

El contrario notó su presencia, relajó su expresión y se acercó lentamente para saludarlo.

— Доброе утро (Buenos días) —una pequeña sonrisa se dejó ver.

— Buenos días, rusio —dió un pequeño golpe en su hombro—. ¿Qué? ¿Tengo algo? —cuestionó al notar que lo estaban mirando de más.

— Есть ли кто-то, на кого вы хотите произвести впечатление? (¿Acaso hay alguien a quien quieras impresionar?) —alzó una ceja.

— Creo que se te están pegando mis mañas, te está haciendo mal juntarte conmigo —evadió su mirada avergonzado.

— Ну, мне они нравятся (Pues a mí me gustan) —le ofreció su brazo para que lo tomara y este lo hizo sin dudar.

— Te teniai bien guardao' lo chicha fresca —comenzó a caminar llevándoselo consigo—. Mejor dime el panorama del día antes de que se nos escape la mañana.

— Что это значит? (¿Qué significa?).

— ¿Qué? ¿Chicha fresca? —asintió—. Naa, aprende en la marcha. Si te lo explico pierde la gracia.

Rusia se tomó un momento para apagar su traductor, acercarse y quitar suavemente el suyo.

Me fascina verte y oír hablar, Chile —estaba mirándolo directamente a los ojos—. Desearía hacerlo todos los días de mi vida y así poder comprenderte sin este inútil pedazo de plástico —devolvió su traductor a su lugar.

— ¿Qué cresta dijiste? —obviamente no había entendido nada.

— Aprende en marcha. Sin gracia —giró su cabeza fingiendo indignación.

— Mira el conche... —le dió un leve empujón.

No era mucho el camino que tenían que recorrer, pues el auto del eslavo se encontraba estacionado cerca del lugar. Al llegar frente a este Rusia solo le extendió las llaves.

Amor TricolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora