Capítulo 14: Prometida
Ok, nunca fui fanático de las sorpresas.
En serio, no me gustaba recibirlas, sobre todo si éstas interferían con mis planes a corto plazo.
Pero en esta ocasión no pude hacer nada para prepararme, ni siquiera me avisaron que sucedería esto.
Nadie lo sabía.
— ¿Eh? —susurré, incrédulo por lo que sucedió.
Todo comenzó con la visita de mi heraldo personal, un hombre de mediana edad con la única función de darme noticias acerca del reino, ya sean buenas o malas, él era el encargado oficial de hacerme llegar la información personalmente.
Podía mandar cartas de ser necesario, pero el protocolo de confianza indicaba claramente que las noticias importantes debían ser dichas cara a cara.
Ese día, mamá y yo nos encontrábamos en la sala del trono llenando unos formatos de impuestos, como aún no conseguíamos a un tesorero capaz de ayudarnos debíamos de hacerlo nosotros solos.
—Alteza, señora regente, tengo un aviso importante —susurró el mensajero.
— ¿Sí?
—Ha llegado la prometida del Rey Ulric.
De haber tenido un vaso con agua en este instante, lo habría arrojado hacia la ventana.
¿El Rey de Apolo también llegó?
Aún no tenemos lista la recepción, maldita sea, ¿por qué demonios vino antes?
— ¿Ha venido su tío con ella? —preguntó mamá, con el rostro más pálido que una bola de nieve.
—No, mi señora, solo la niña con unos caballeros que la han escoltado hasta aquí. —El heraldo también lucía muy aliviado, tener al rey que tanto odiábamos y temíamos dentro del castillo casi nos provocó un patatús. Afortunadamente solo fue la niña y unos cuantos guerreros.
Asentí con la cabeza y rápidamente me puse de pie, como señor del lugar tenía el deber de recibir a mis invitados con la cortesía necesaria. Por lo tanto, mamá y yo dejamos los documentos de lado y nos dirigimos rápidamente a la sala principal del palacio, acompañados por nuestra guardia real y unos defensores adicionales.
No los necesitábamos realmente, pero los protocolos debían cumplirse.
A decir verdad no me sentía nervioso por conocer a mi prometida, después de todo era solo una pequeña obligada por compromiso. Básicamente, la gran mayoría de uniones se debían a favores políticos y nunca por amor. Salvo los plebeyos, pues.
Finalmente llegamos a la sala principal, lugar donde se llevaban a cabo los bailes y banquetes de este castillo. Aparte estaba la sala del trono, sitio especial para reuniones formales con la corte; pensé que se trataba de la misma cosa, pero mamá fue clara al explicarme las diferencias.
— ¿Eh? —Mamá no dijo nada más.
Cuando llegamos al sitio, vimos a una niña pequeña de nueve años rodeada de hombres armados. La infante me pareció curiosa a simple vista, tenía el cabello blanco, ojos mieles y una piel tan pálida que probablemente sufría un leve caso de albinismo.
Muy bien, esto es lo más "fantasioso" que he visto en este mundo. Pues nadie en México tenía el cabello blanco natural, salvo contadas excepciones.
Al verla, mis guardias se mostraron incómodos.
Oh, por favor.
No me digan que existe un prejuicio contra los albinos, ¿en serio?, puta madre. Con esto, mi objetivo de mantenerla segura subió de dificultad.
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ISEKAI: Reencarné como el Rey más pobre del mundo
Fantasy"Si tuviera el poder para cambiar al mundo... ¿Realmente haría lo correcto?" Creí que mi vida había terminado cuando esos bastardos me dispararon, todo mi esfuerzo fue en vano, mis estudios, mis ideales... Reducidos a polvo bajo el olor a plomo. Y...