Capítulo 3: Hermana mayor
En mi vida pasada no tuve hermanos, me crié como hijo único y por esa misma razón no sabía que esperar cuando conocí a Alda. Ella era dos años mayor que yo y a diferencia mía no tenía que lidiar con la presión de ser rey.
Pregunté a Gonzalo por qué Alda no pudo aspirar al trono y su respuesta me dejó más sorprendido de lo que hubiese esperado: "Alda es una hija natural del antiguo rey, solo un hijo legítimo puede heredar los títulos"
Sin embargo, mi madre no la trataba mal, de hecho le mostraba el mismo cariño que a mí y aquello volvió a parecerme extraño. Sobre todo en un mundo casi medieval como éste.
—Hermano, hermano, ¡vamos a jugar al patio!, ya estudiaste toda la mañana... —Alda era una niña enérgica, tenía cabellos negros muy despeinados y ojos azules tan profundos que no parecían reales. Vestía pantalones de lana y un camisón café, prendas extrañas para una niña de su edad.
— ¿Quieres jugar? —murmuré sin apartar la vista del enorme libro que Gonzalo me hizo leer.
Por cierto, las letras de este mundo eran muy parecidas al español, por no decir idénticas. Cuando abrí un libro por primera vez pude entenderlo sin problemas, aunque la escritura era diferente.
En primer lugar, usaban mucho la palabra "vosotros" y también empleaban una gran cantidad de palabras en pretérito perfecto. Por ejemplo: "tuve, anduve, conuve, truxe, etc."
Igualmente la sintaxis parecía recordarme al español medieval, con frases como las siguientes: "Los hidalgos son llegados al castillo", en lugar de "los hidalgos han llegado al castillo"
Y muchísimos otros detalles que la verdad me daba flojera explicar. (Solo aplica a los textos, no al habla)
— ¡Sí!, desde que sanaste no hemos jugado ni una sola vez. Te la has pasado leyendo libros como si no hubiera un mañana. —Alda infló sus mejillas en señal de puchero.
Bueno, un pequeño descanso no me vendría mal, además quería recorrer el castillo de una buena vez.
Durante los primeros días de mi reencarnación me encargué de leer toda la información necesaria acerca de este reino y sus alrededores. Investigué también su historia, costumbres y demás información básica, pues no quería parecer un pez fuera del agua y menos siendo un futuro soberano.
Debido a mi edad mamá actuaba como regente y por lo tanto, mis decisiones no tendrán peso real hasta que cumpla los 16 años.
—Ok, tú ganas. Vamos. —Cerré el engorroso libro y sin más demora caminé junto a mi hermana por los pasillos del castillo.
El lugar no era muy lujoso que digamos, las paredes de piedra yacían decoradas con antorchas apagadas y pequeñas pinturas cada cierto espacio. En ellas vimos retratos religiosos y también de los antiguos reyes que vivieron en estas paredes.
Alda caminaba dando saltitos y saludando a todos los sirvientes que se encontraba en su camino y éstos le devolvían los saludos muy animados. Al parecer, mi hermana mayor era amada por la servidumbre.
En mi caso, por el contrario, inclinaban su cabeza en señal de respeto y hasta parecían nerviosos con mi presencia.
¿Acaso era de mala educación mirar a un noble a los ojos?, ¿o solo lo hacían por mi rango social?, en todo caso dicho trato no me gustaba en lo absoluto.
—Vamos, vamos, hermanito, ¡quiero jugar a las traes!
—Ya voy, ya voy, no corras tan rápido.
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ISEKAI: Reencarné como el Rey más pobre del mundo
Fantasía"Si tuviera el poder para cambiar al mundo... ¿Realmente haría lo correcto?" Creí que mi vida había terminado cuando esos bastardos me dispararon, todo mi esfuerzo fue en vano, mis estudios, mis ideales... Reducidos a polvo bajo el olor a plomo. Y...