*Interludio: Los años que pasaron*
La situación política en el Reino de Etrica parecía no moverse mucho.
Todos los duques defendían el orden público de manera correcta y los nobles menores mantuvieron sus disputas debajo de la mesa. El escenario de calma, sin embargo, era una cortina de humo para los planes que Girasol estaba creando desde las sombras.
Ella no olvidó nunca lo que Vlad le hizo a su familia y amigos.
¿Cómo olvidarlo?
Si bien, ella no se guiaba por la venganza, sí quería liberar a su pueblo para que no sufriesen el mismo destino que Sora.
Para ello, contactó a la policía secreta que tanto odiaba. Una organización oscura, llena de espías, agentes y asesinos personales. Girasol pensó en contarles de ellos a Ulric cuando fuese mayor, pues no quería llenarle su corazón de oscuridad a temprana edad. (Aun si éste ya sospechaba su existencia)
Entre las actividades de estos misteriosos encapuchados, se encontraba el registro de información durante las calles. Solían disfrazarse de artesanos, méndigos, ladronzuelos, cobradores e incluso prostitutas.
Contrario a la creencia popular, casi no usaban uniformes. La única excepción, sin embargo, eran los asesinos que siempre portaban una armadura de cuero y capucha completa.
Girasol no mató a nadie para evitar levantar sospechas, mantuvo la información siempre de su lado y debido a ello, se enteró de algo realmente preocupante: La Duquesa Sabrina había comprometido a su hijo mayor, un niño de 13 años, con la segunda hija de un noble Apólense.
Aquello significó una luz roja muy fea.
Pues básicamente había unido su casa con la nobleza enemiga.
Desde tiempos remotos, el ducado de Macedón había tenido roces con la corona. Fueron ellos los que lideraron el golpe de estado que acabó con la destitución del Rey de la Nieve Muerta, el máximo tirano que se ha sentado en el trono de Etrica.
Con la conquista de Apolo, el ducado abrió sus puertas al comercio y entabló buenas relaciones con Vlad y su familia. Éste no era estúpido, en lugar de saquearlos y vandalizar sus carretas, como hacía con el ducado de Draco, a los macedones les daban regalos, gestos de buena voluntad e invitaba constantemente a los bailes.
Esta diferencia de trato se hizo más evidente durante la regencia de Girasol.
Por otro lado, Steven Vaso Negro se llenó de entusiasmo con el regreso de su último hijo barón. Ya no era el mocoso llorón que tanto detestaba, sino un niño valiente que si bien, no tenía talento para las armas, lo compensaba con una disciplina total y dedicación.
Como nota extra, Steven aprobó los deseos de su hijo de convertirse en artista, solo si cumplía sus obligaciones de noble y de paso, le exigió ser el mejor pintor de todos.
"Un Vaso Negro nunca toma nada a la ligera"
Era la frase del Duque y al mismo tiempo, el lema de toda su casa.
Del ducado de Chiapa apenas se tenían noticias; su geografía era complicada debido a las extensas selvas que parecían no terminar nunca. Sus habitantes, a diferencia del resto, no usaban armaduras de acero, sino telas resistentes al calor y la humedad.
El Duque Nepomuceno era una figura extraña, incluso entre los nobles. Nunca usaba prendas superiores e iba a las reuniones formales con el torso desnudo y un enorme arco largo colgando en su espalda.
Por otro lado, en las grandes praderas llenas de arbustos, ciervos y asaltantes, la Duquesa Violeta sufría una oleada de inseguridad sin precedentes. Se vio forzada a usar caballeros para controlar el orden público, pues el Puño Gris aún operaba con fuerza por esa zona.
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ISEKAI: Reencarné como el Rey más pobre del mundo
Fantasía"Si tuviera el poder para cambiar al mundo... ¿Realmente haría lo correcto?" Creí que mi vida había terminado cuando esos bastardos me dispararon, todo mi esfuerzo fue en vano, mis estudios, mis ideales... Reducidos a polvo bajo el olor a plomo. Y...