capitulo 24

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Lilith POV.


Me siento en la cama para ver el reloj en la pared de adelante y veo que ya han pasado otras dos horas. Me vuelvo a acostar en la cama, son las 5 de la mañana y no he dormido nada por la espera de Erick. Me estoy empezando a cansar de esperarlo, me pongo de pie y salgo de la habitación para irme a la de pintura.

Tomo asiento al frente de un carrete y siento unas manos en mi cintura con su voz susurrándome que vayamos a la cama, cierro los ojos con una sonrisa que desaparece al darme cuenta que todo fué un sueño despierta. Decido irme, no puedo pintar desde hace mucho tiempo. Abro la puerta de la habitación, la cierro detrás de mí para desvestirme quedando desnuda hasta llegar a la cama. La sábana azúl es la que me cubre el cuerpo mientras me voy quedando dormida.

No logro dormirme por completo porque escucho la puerta, al no apagar la luz lo veo a él entrando. Me mira y me sonríe, me siento en la cama sin cubrirme el cuerpo desnuda y bostezo.

—No sabía que estabas, déjaste tú olor impregnado por aquí pensaba que era eso —se me acerca desvistiendo sé quedando en interiores y se sienta a mi lado tomando mi rostro para besarme—. Que buena forma de llegar a mi habitación después de una discusión.

—Vamos a dormir.

—¿Te desperté?.

Niego—. Te esperaba y al ver que no llegaste me fuí a intentar pintar pero no lo logré, dejé todo en su lugar me vine a acostar y entraste —le cuento—. No te quiero preguntar de la discusión, seguro no lo quieres hablar —le sonrío, él me acaricia mi mejilla.

—Quiero contarte pero vamos a dormir primero y más tarde te cuento —asiento apagando la luz con otro bostezo. Estoy realmente cansada, me dí cuenta cuando lo ví entrar. Me faltaba él para dormir.

Nos envuelvo en la sábana azúl para pegarme a él y sus manos me abrazan, una la cintura y la otra mi tracero. Me está gustando mucho que tome mi tracero, subo mi pierna a su cadera quedando pegada por completo a él. Él boca arriba y yo boca abajo, pongo mi cabeza en su hombro para acariciar su pecho. Su mano de la cintura pasa hasta mi espalda baja acariciando mi piel desnuda.

—Me fuese encantado verte con esa ropa interior roja —me susurra.

—Estaba vestida pero me desnudé antes que entraras, mi cuerpo le empezó a entrar calor.

—Y a mí frío, eso es por la marca.

Sonrío—. Lamento lo que dije en la cena —decimos al mismo tiempo.

—No te disculpes, no debí molestarme. Solo no quiero hacerte daño.

—Y yo no debí insistir, me preocupas y no quiero que sufras.

—Ni yo tampoco quiero que lo hagas —lo abrazo más fuerte besando su cuello para ponerme en su hombro de nuevo—. Buenas noches, mi hermosa bebé.

—Buenas noches, amor —le digo para ir cerrando mis ojos.

—¿Cómo me llamaste? —escucho su emoción.

Bostezo de nuevo cansada para irme quedando dormida—. Amor —murmuro para caer en un sueño profundo.

—corre ¡Que corras! —grito eufórica al ver a ese pequeño de 3 años tratando de que no lo atrape su padre—. ¡Santísimo! ¡Te va a atrapar!.

—¡Cállate! —me grita su padre y le saco el dedo del corazón.

—¡No me mandes a callar! ¡Y tú! —señalo a mi hijo—. ¡Puedes correr más rápido!.

—¡Lo está intentando vieja loca! —me grita.

—¡No me digas vieja loca! —entro en histeria.

la profesia de los rubíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora