capitulo 29

2 0 0
                                    

Lilith POV.



Mis piernas tiemblan en la hamaca y cae sobre mi cuerpo empapado de sudor sobre el mío. Todas las posiciones que pueden existir, cuantos orgasmos pedí la cuenta, se cambió de día y estamos de tarde y empezamos ayer en la mañana. . . No hay palabras, simplemente somos insaciables.

—¿Una más?.

Niego—. Eso de dejarme sin caminar te lo tomaste a pecho rompiendo la cabeza de mi cervix uterina, Erick.

Se ríe malicioso—. Para marcarte hasta adentro.

—Dolorosamente.

—Dramática.

Ruedo los ojos y se pone de pie dándome un beso en la frente, me carga hasta la cama en la que me deja aunque está bañada de sangre y es muy literal. Lo veo lamerse los labios queriendo lamer pero no sé lo permito, él me hace puchero pero niego. Me cambia a un sillón de imprevisto y cambia las sábanas con un hombre que sabe hacer sus deberes, eso está excelente.

Me carga a la cama de nuevo con una enorme sonrisa—. Siento tú dolor, lo lamento. No era mi intención causarte dolor.

Frunzo el ceño—. Ya va, si tú sientes lo mismo que yo. . . ¿Puedes sentir cuando estás dentro de mí?.

Se ríe—. Claro que no, mocosa. ¿Qué rara pregunta es esa? Yo siento los dolores fuertes, igual tú. Solo podemos sentir los sentimientos fuertes, sea de dolor, alegría u otra cosa.

Me encojo de hombros, me abrazo a él y Erick también a mí—. Mi mocosa.

Besa mi frente—. ¿Si me perdonas por lo de ayer y hoy?.

—Fué increíble, no puedo perdonarte Porque no hay nada que perdonar.

Bostezo para cerrar mis ojos, siento sus acaricias hasta quedarme profundamente dormida soñando en jardines llenos de flores, juego con los niños de la aldea y un sueño simple pero algo soñador, aunque si me gustaría algún día cumplirlo.

Me despierto y veo roncando a Erick, lo despierto llenando su rostro de besos como a él le gusta despertarme. Sigo llenando su rostro de besos hasta que va abriendo sus ojitos para mí, sigo llenando su rostro de besos haciendolo sonreír—. ¿Está lloviendo? —me pregunta.

—Cuando desperté no hace mucho, ya estaba lloviendo. Creo que desde hace rato porque está lloviendo mucho.

—Te ves hermosa —me sonrojo y él me mima haciéndome cariñitos—. Cuando despiertas casi no pestañeas pero cuando estás molesta pestañeas mucho ¿Lo sabías?.

—Tu casi no pestañeas, pero lo haces cuando estás triste para no llorar.

Me sonríe—. Me conoces muy bien.

—Y tú a mi.

Nos damos mimos ambos para luego meternos a bañar, él pasa con su toalla en su cadera quedando en las cortinas abiertas que dejan ver el rojo atardecer. Me arreglo mi bata de baño para abrazarlo por la cintura viendo lo mismo que él—. Gracias por organizar ayer nuestra cita que no salió como lo esperabas lo más seguro, y también gracias por esta semana.

—Lo haría mil veces más lo que hice ayer solo para ver tú sonrisa, y prometo hacer muchas más cosas por tí porque no hay cosa que me haga más felíz que verte emocionada —me abraza por la cintura también y se agacha a mí, me pongo de puntillas para besarnos disfrutando del otro con el sonido de la lluvia de fondo. El olor a petricor está en toda su escencia, separamos nuestros labios al mismo tiempo uniendo nuestras frentes con esa sonrisa que nos rodea siempre que nos besamos.

Justo en ese momento mi teléfono suena por una alarma, lo busco entre mis cosas de la maleta lo había tirado ahí después de tomarnos fotos juntos. Es una alarma para una cita que tenía, él llega detrás de mí y escondo mi teléfono para eliminar la cita o eso intento pero sigue sonando—. Mocosa ¿Que escondes?.

la profesia de los rubíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora