Capítulo Treinta

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Catorce años atrás

Lo conoció cuando había ido con su mamá a una de sus juntas de trabajo.

Era un omega tan hermoso y cachetón que se le hacía adorable, pero no entendía porque este lloraba en la esquina del cuarto de jugos.

—¿Qué te pasa? —Fue lo primero que pregunto cuando se acercó— ¿Por qué lloras?

—Es que mi papá se fue y me dejo aquí solito —Sollozó el niño— No conozco a nadie.

—Soy Kim Taehyung —Se sentó a su lado y sonrió— ahora ya me conoces a mí, no llores.

—¿Te vas a quedar conmigo?

—Si, ahora dime tu nombre para que pueda saberlo.

—No me sé mi nombre —El pequeño omega comenzó a llorar de nuevo.

Y esa pequeña bolita sentimental se le hizo tan frágil que quería protegerlo de todo, a pesar de que él también era omega no quería que nada le pasara al más pequeño porque sentía que en cualquier momento se podría romper.

—Vamos, no llores seguramente tu nombre viene bordado en alguno de tus suéteres.

—Tampoco se leer.

—No te preocupes, yo sí.

Con prisa se acercó al pequeño omega que lo miraba expectante.

—Eres Park Jimin.

—¡Si! ¡Si soy él! No sabía, porque mis papis me dicen Minnie o mochi.

—Bueno Minnie, entonces vayamos a jugar.

El cachorro asintió feliz y así pasaron la tarde, jugando en los diferentes juegos que había ahí, hasta que llegaron a la zona de peluches.

—Quiero este/ ¿Puedo tener este? —Dijeron los dos agarrando al mismo tiempo un peluche de conejo rosa.

—Lo siento niños solo tengo uno de esos —Dijo la encargada sonriendo comprensiva— pero quizá alguno de ustedes quiera otro, hay muchos por aquí.

Él en realidad no quería otro, en realidad quería aquel conejo rosa que le recordaba a su compañero del Kinder, Kookie.

No iba a permitir que Minnie jugara con su Kookie. Su Kookie era suyo y solo suyo, Jimin no podía tenerlo y...

—Está bien, yo puedo tomar este —Se apresuro a decir su nuevo amigo agarrando ahora un marciano con cabeza de corazón— él es bonito también.

Asintió feliz y ambos comenzaron a jugar.

Supo desde ese momento que Jimin sería muy importante en su vida.

(...)

Habían pasado los años y tal como predijo, su amistad con Jimin floreció tal como una hermosa semillita que riegas diario.

Jimin estaba creciendo y seguía igual de hermoso, incluso podía decir que era el omega más hermoso que podría existir.

Muchas veces le decían que no debería de sentirse cómodo con la belleza de su amigo, si no le quitaría la atención de todos los Alfas.

Pero eso no le importaba, él no quería la atención de esos inútiles, ya tenía un Alfa que quería y así se iba a mantener.

Jimin podía tener a cualquier otro.

Dukalli KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora