Áxel
Salí del establecimiento, cansado del largo día que me había tocado vivir, y me acerqué a los fans que gritaban frenéticamente mi nombre al otro lado de la valla que nos separaba. Abracé a unas cuantas personas que se encontraban delante y me hice fotos con algunas otras durante unos minutos, pero, instantes después, apareció Enrique detrás de mí, me tocó la espalda y me dijo que era hora de irnos. Me despedí de la multitud con un gesto de la mano y desaparecí dentro de la limusina que mi chófer conducía mientras algunas de las personas corrían detrás sin conseguir alcanzar el coche.
Mi boca soltó un suspiro que había retenido todo el día y me estiré tanto como pude para empezar a relajarme. Bostecé; eso de levantarse pronto no era lo mío y estaba muriéndome de sueño.
La finalización de mis vacaciones había llegado cargada de entrevistas, programas y canciones en directo que me habían dejado muerto al final del día. Echaba de menos la adrenalina de los conciertos y la emoción de la gente cantando mis canciones, pero nada de eso había ocurrido hoy y había sido un poco duro volver a la realidad que la fama me regalaba. La mayoría de los entrevistadores fueron bastante amables, pero todos preguntaban lo mismo: "¿quién es aquella chica con la que se te vio ayer?", "¿es tu novia?", "¿habéis pasado las vacaciones juntos?" Y pocas preguntas más sobre música o el nuevo single que se suponía que debería de haber estado promocionando durante las últimas horas, pero que en realidad solo había mencionado unas pocas veces en respuesta evasiva hacia las preguntas que a la gente parecía interesarle más. Las fotos de Blanca y mías corriendo se habían hecho virales a lo largo de la noche y la gente no tenía otro asunto del que hablar.
Está claro que no les había contado nada sobre Blanca, simplemente había contestado que era un asunto privado o con una evasiva en forma en broma. Ella no me había dado su consentimiento para habla de ella, y, por lo tanto, no iba a hacerlo. Además, ni siquiera sabía cómo denominar lo que había entre nosotros, pues todavía no habíamos hablado de ponerle un nombre.
Y, entonces, me vino a la cabeza la noche anterior. No había tenido tiempo de pensar en ella desde que el día había empezado, y ahora que el pensamiento se había instalado en mi cabeza, no había forma humana de sacarlo de ahí. Recordé la dulzura y la pasión de sus inocentes labios cuando se juntaron con los míos, las caricias de mi mano rozando su delicada mejilla, mi cuerpo tapando cada milímetro de su piel con la mía.
La imagen de su preciosa figura entre la oscuridad de la habitación y las sábanas de mi cama se proyectaba en mi cabeza sin otra opción, y era fantástico haber capturado ese momento, porque me resultaba imprescindible para confirmar que había sido real. En ese momento, me sentí un poco mal por no haber pensado en ese instante tan maravilloso durante todo el día, pero la culpa desapareció al recordar que, al llegar a casa, podría correr hacia ella, rodearla entre mis brazos, besarla a los labios y recordarle lo preciosa que era, por si acaso todavía no lo tenía claro.
De repente, deseaba más que nunca que su presencia me acompañara y el sueño se desvaneció de mi organismo tan rápidamente que mi corazón empezó a acelerarse. Quería verla ya, no sabía cómo había aguantado un día entero sin escuchar su melódica voz ni tocar sus sedosos cabellos.
Entonces le pedí mi móvil a Felipe, que había guardado en sus manos durante todo el día, para llamarla, pero me sorprendió ver que ella ya lo había hecho unas diez veces. Me preocupé un poco, quizás había pasado algo, pero era complicado, porque no creía que hubiera salido de casa. Esperaba que no se hubiera enfadado por no haberme despedido de ella esta mañana, pero eran las siete y media y no quería despertarla. Estaba tan guapa durmiendo... La llamé un par a veces, pero el móvil me contestaba con una voz robótica diciendo que estaba sin cobertura o fuera de servicio. Probablemente lo tuviera apagado.
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Bajo las Luces de París
Roman d'amour¿Aceptarías la invitación a tu ciudad de ensueño del desconocido al que acabas de intoxicar, aún sabiendo que puede haber segundas intenciones? El camino de Blanca, una camarera de Barcelona, y Áxel, un cantante famoso y arrogante, se cruzan debido...