D O C E

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La casa de Midoriya era pequeña, había un salón que conectaba con la cocina en el primer piso y un cuarto que no le habían explicado para que era, las habitaciones estaban arriba pero podía deducir que eran igual un espasio reducido. Lo cual era tonto porque tenían un enorme jardín trasero lleno de plantas.

Había venido solo, estaba en su berrinche con la tonta apuesta de Katsuki, y aunque su omega rogara por besarlo todos los días, se había mantenido firme en demostrar su disgusto. En un descuido de Denki se escabullo por las escaleras y corrió a la feria en donde se encontró a Uraraka esperándolo, o eso había dicho ella.

— Muy bien, voy a practicar mi lectura de cartas contigo.

Asintió en dirección del alfa y busco con la mirada a Uraraka que sonreía mientras traia té para compartir.

Eri estaba sentada en las piernas de Midoriya estaba sonriendo mientras veía como mezclaba las cartas con habilidad.

—Perfecto, separalo en dos. —Lo hizo tratando de no desparramarlas. Luego vio como las volvía a mezclar. —Ahora en cuatro columnas.

—¿Quieres galletas o un panecillo? —Le pregunto la omega mientras servía en las tazas.

—Galletas.

—Ma' yo quiero un panecillo con queso por favor.

—Buena niña. —Felicito Izuku por sus modales mientras repartía las primeras cartas de cada fila sin mostrar sus dibujos. —¿Listo?

—Si. Creí que podías saber mi futuro como lo hizo ella. —Comentó mientras le echaba miel a su te.

—Oh, no. Yo soy médico, curó y cierro heridas con los libros que estudio. —Le sonrió. —Ochako es... tiene un don especial, es fantástica.

—Izuku, basta. No te desconcentres al leer.

—Si, perdón. —El alfa le dio vuelta a las cartas y detuvo la mano de Eri cuando quería alcanzar su propia taza. —Está caliente, espera un poco.

—Si, pa'.

—Juicio. —Apuntó con su dedo una de las cartas. —Es... cambio.

—¿Es malo?

—No, quiero decir, tal vez. Porque es un cambio que proviene con razón, y es lento. Eso tal vez sea malo, porque si es lento entonces puedes perder la paciencia...

—Lo estás leyendo mal, alfa. —Uraraka tocó cada una de las cartas repartidas de la mesa y rio. —Increíble el lazo que están formando con Katsuki, príncipe Shoto. Podemos verlo perfectamente a través de ti. Estas son las de Katsuki.

La chica tenía la intención de volverlas a mezclar pero Shoto la detuvo.

—¿Y que dicen?

—Tal vez y tenga que ver con lo que pasó antes de ti, pero eso no nos corresponde hablarlo. —Midoriya asintió ante las palabras de su omega mientras soplaba la taza de Eri para enfriarla. —Aunque no me gustan los secretos, y prefiero evitar un desastre a futuro, tengo que hablar sobre Katsuki con usted, príncipe Shoto.

—Está bien, pero no tienes que hablarme con formalidad...

—Ah, cuando hago mi trabajo tengo que ser lo mas seria posible. Ahora vamos con tus cartas. —A diferencia del alfa ella las mezcló con una sola mano, igual le pidió que las separara como antes y sacó cuatro cartas que ella si les dio vuelta mostrando su imagen de una vez. —Muerte, Los Amantes... El Mundo, vaya esto es viejo pero nos sirve igual. Siete de bastos.

No entendió.

—¿Y es malo? ¿Muerte?

—Las cartas tienen diferentes significados por orden. El siete bastos es superación, coraje. Algo que no utilizas con frecuencia, pero todos vemos que tienes. —Shoto iba a negar y decir que toda su vida llevaba haciendo lo que le mandaban, hasta que, bueno, llegó aquí. —Nadie deja su casa tan tranquilo. Te enfrentaste a un viaje a un lugar en donde nunca habías estado, con un alfa desconocido.
















Savage [Bakutodo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora