Q U I N C E

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El almuerzo fue incómodo, habían llegado otros monarcas con sus omegas e hijos, al parecer era la primera vez que el reino de los Todoroki tenía la comida suficiente como para ser anfitriones.

Mitsuki estaba molesta, su pueblo se moría de hambre, había que pedir permiso para tener hijos y los ancianos tenían casi que mendigar comida ¿Y se atrevían a derrochar su mejor cosecha con un montón de personas a los que nunca les faltaba comida en el plato? Masaru igual estaba molesto, más impotente que otra cosa y con Katsuki habían hecho una carta de emergencia con ayuda de Shoto enumerando las cosas que escaseaban ahí.

—Carne. —Fue lo primero que dijo el omega. —Fideo, y yo nunca había comida esa ave más grande que el pollo.

—Pato. Anotalo Sero. —Ordenó Katsuki, grabandose todas y cada una de las expresiones de su omega para que la mano no le temblase a la hora de hacer justicia.

—Pera, manzanas, naranja, creo que aún hay un poco de uva en el almacén. Oh, trigo y avena. —Continuó Masaru.

Seguro Mitsuki se pondría feliz.



















—Quiero ver a la madre de Shoto.

—¿Para que? Ella no sabe nada de los asuntos del reino, solo perderá tiempo.

—¿Vas a desobedecer órdenes, soldado?

Al final el soldado fue a consultarle a Enji, que pidió la presencia de la pareja en sus aposentos.

Shoto esperaba estar más de los 20 minutos que le permitían al mes con su madre.

—Por órdenes del Consejo son 30 minutos.

—No le digas que hacer.

El alfa tomó la cintura de Shoto y dirigió sus pasos desde atrás. El hombre sólo los vio por el rabillo del ojo, juzgando en silencio como un alfa podría dejar que un omega camine delante de él.

Katsuki entró y se mantuvo al margen por unos segundos. Definitivamente los monarcas se mostraban diferentes en público a como lo eran con sus parejas, eso lo sabía, su padre era alguien calmado pero no le temblaba la mano a la hora de hacer justicia o de negocios.

Pero con su madre era el alfa más enamorado y atento que podría describir, recordaba que de niño les hacia caras de asco cuando salían en sus paseos de fin de semana a comer en los campos cercanos o un negocio local. Era todo abrazos y besos en la mejilla con su madre, le halagaba todo lo que hacía día a día aun cuando fuera lo más mínimo.

El rey Enji ayuda a la mujer a levantarse del sillón en la pequeña mesa, aún cuando no la necesitaba, ella le sonreía dulcemente y le agradeció en voz baja.

—Cachorro.

Shoto dejó de prestarle atención a la nueva cicatriz que tenía su padre en el rostro para mirar a su mamá. Se acercó lento, analizando si le habían hecho algo en el tiempo que estuvo lejos.

—Shoto.

Inclino la cabeza por todo saludo a ambos.

—Oh, mira que saludable estas. —Felicito Rei acercándose a abrazar a su hijo que le correspondió con toda la ligereza que tenía.

Antes ni siquiera había notado lo enfermiza que se veía su madre, cuando fue criado con la orden de comer ciertas porciones, restringiendole la cena por días y muchas limitaciones no notaba cuán delgada era la mujer porque el mismo llegó a pensar en la delgadez como algo saludable. Su madre era tan delgada, sus manos podrían fácilmente unirse y abarcar toda su espalda.

Savage [Bakutodo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora