CAPÍTULO N°5

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Llegamos hasta la sala principal, estaba igual de oscuro que en todos los demás pisos

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Llegamos hasta la sala principal, estaba igual de oscuro que en todos los demás pisos. La enorme chimenea que estaba al fondo de la habitación estaba prendida, el fuego era tenue pero aun visible.

— Y bien, ¿A dónde? — pregunté de mala gana.

Bhal no respondió, se quedó totalmente quieto observando todo a su alredor, supongo que debía estar buscando el lugar perfecto en donde abrir un portal portal.

Mientras esperaba, mi mano fue inconcientemente a mi cuello, justo en la parte en la que él...

No, no debía pensar en eso, ¿Qué rayos hacía?

Me percaté de que Bhal caminó hasta la chimenea totalmente decidido y se quedó en frente por unos segundos más, ¿A caso tenía frío?

Llegué hasta él con pasos cortos y le puse a su lado.

— No me dirás que tienes frío, ¿O sí? — soné sarcástica.

Él me miró de reojo y mostró una sonrisa ladina, negó levemente y luego señaló hacia la enorme fogón con su quijada. Mi sonrisa se borró de inmediato, tragué grueso y me crucé de brazos inmediatamente.

— ¿Qué quieres decir? — balbucee deseando que mis pensamientos no sean realidad.

Bhal chasquó los dedos y el fuego se avivó con fuerza haciéndome retroceder, las llamas eran enormes y las chispas inquietas saltaban en diferentes direcciones.

— Iremos por ahí.

Retrocedí unos pasos más y negué con temor.

— Estás loco — alegué sin gracia haciendo ademán de marcharme.

Debía haber otra forma, odiaba el fuego, le tenía pavor y él lo sabía muy bien. Bhal se apresuró a sujetar mi brazo por lo que giré sobre mis talones con abrupto y lo miré de mala manera.

— Esta es la única forma, hay buena energía por la luna llena, nos llevará no muy lejos de club.

Negué rotundamente y me solté de su agarré.

— No iré por ahí — aseguré bastante decidida.

Él soltó una pequeña risa y se acercó lentamente, miré atenta a cada movimiento suyo, lista para reaccionar ante cualquier acto, pero toda mi firmeza se fue a la mierda cuando Bhal quedó a solo unos centímetros de mi rostro.

— La cosa, Selene, es que no te lo pregunté.

Mi ceño se frunció y antes de que pudiera reaccionar, él me levantó como un costal de papás sobre su hombro

— ¡Maldito gusano! — grité molesta —  ¡Suéltame!, ¡No iré por ahí! —  patalee contra su pecho y golpee su espalda con ambas manos.

Bhal comenzó a caminar hacia la chimenea por lo que mi resistencia se hizo más fuerte y fue solo  hasta que golpee su quijada con mi rodilla, que él se detuvo por unos segundos y golpeó con fuerza mi trasero haciéndome sobresaltar.

INFERNUM:Llamas Ardientes. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora