CAPÍTULO N ° 3

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Aunque estaba en el infierno y mi alma ya no me pertenecía, mi cuerpo seguía siendo el de una débil humana

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Aunque estaba en el infierno y mi alma ya no me pertenecía, mi cuerpo seguía siendo el de una débil humana. Era por mucho más baja que el resto de los demonios o bestias, esa era mi gran desventaja. Las espadas eran demasiado pesadas, mi puntería con el arco no era de las mejores y bueno, de distracción no servía mucho, mi raza no ayudaba, no éramos consideradas hermosas, no éramos consideradas para casi nada más que como objeto de tortura.

Jamás fui considerada hermosa, aquí no. Comparada con las bellezas exóticas del inframundo yo era prácticamente nada. Trataba de sacarle puntos positivos a mi larga lista de contras. Mi baja estatura me daba más agilidad y era bastante rápida con las dagas, podía cortar el cuello de cualquier bestia con un solo movimiento y ni siquiera se darían cuenta solo hasta que su cuerpo estaría tendido a mis pies.

Toda mi destreza era parte de un constante entrenamiento, las primeras veces fue complicado, podía pasar días seguidos inconsciente y luego seguir como si nada. Cuando me designaron a servirle a Bhal fue aun peor, yo llegué mucho después de que le habían impuesto el castigo, él no estaba para nada contento en que fuera a cuidar su espalda en sus misiones y era entendible, después todo, antes estaba al mando de grandes tropas y de repente solo con una humana de bajo nivel en lucha.

Debía seguir su ritmo, o bueno, lo intentaba, él era demasiado voluble, un día podía estar con los ánimos tan elevados como para cumplir las misiones asignadas en menos de un día y otros, se comportaba como un imbécil. Como ahora, ya había pasado un mes desdes que nos asignaron buscar al Cordus y apenas teníamos una pista que en realidad tenía bajas probabilidades de llevarnos con esa bestia.

A veces me quejaba demasiado y luego agradecía que el rey no hubiera  decidido ponerme a limpiar los pisos día y noche o peor, haber dando como objeto de experimentos de sus más locos consejeros.

Mañana habría luna llena, el club de los impuros estaba prácticamente al otro lado del infierno, llegar sería complicado, pero como el idiota de Bhal podía transportarse desde un punto a otro con tan solo un chasquido de dedos sería pan comido.

Hablando de pan, ya tenía hambre. ¿Cuánto había estado entrenando?, tal vez cuatro horas, había perdido la cuenta tras empezar a pensar sobre posibles estrategias de ataque, yo era más de planear, Bhal era más de romper las puertas como un animal y lanzarse a la batalla a muerte, lo irónico era que sus estúpidos impulsos siempre le daban la victoria.

Lancé la última daga que tenía en el blanco que estaba a unos cinco metros de distancia, dio justo en el círculo rojo como las otras veces. Estaba mejorando mucho.

Sentía el sudor bajar por mi frente, algunos mechones de mi cabello estaban pegados en mis mejillas. Los brazos ya comenzaban a dolorme, debía descansar, no quería tener los músculos atrofiados para el día siguiente.

— Estas mejorando mucho.

Me di vuelta al escuchar una voz que conocía perfectamente. No pude evitar sonreír al verla.

INFERNUM:Llamas Ardientes. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora