CAPÍTULO N°24

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Narrado por Bhal

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Narrado por Bhal.

Mis ojos se abren en el preciso momento en el que mis labios liberan un suspiro. Mi respiración es caliente y se mezcla como humo en el frío viento. La brisa cala mis huesos desde lo más profundo de mi ser, pero mi cuerpo no se mueve, sigo de pie en medio del enorme campo abierto. Mi mirada recorre el paisaje que desde luego ya conozco, como ningún otro de hecho.

Las montañas a los alrededores, los árboles, las ramas resecas que crujen con cada oleada y el lago congelado a pocos metros de distancia. Todo esto lo conozco muy bien...

Elevo la palma de la mano lentamente para atrapar un copo de nieve que pronto se derrite en mi piel, y entonces la escucho. Alguien grita mi nombre, lo hace con desesperación y el eco de su desgarrante voz hace que mi respiración se dispare, sé de quién se trata y también sé que estoy dormido.

Vuelve a gritar desesperadamente y aun sabiendo que no se trata de nada más que solo recuerdos, vuelve a pasar. Mis piernas se mueven. Comienzo a correr con toda la velocidad que tengo en las piernas en su búsqueda. La angustia comienza a recorrer mis venas cuando sus llamados se intensifican, se oyen por todos lados así que no sé exactamente en qué dirección ir, de pronto los percibo en mis orejas, cerca, demasiado cerca. No cesan, no se detienen y llegan al punto de lastimarme los oídos.

¡¡Madre!!

Mi garganta libera un fuerte grito que luego provoca que varios grajos escondidos entre los arbustos vuelen en diferentes direcciones con espanto. Algunos pasan por encima de mí y abren sus filosas garras tratando de atacarme, cubro mi cabeza y sigo corriendo buscándola, tratando de encontrarla, tratando de llegar hasta donde esta, aun sabiendo lo que va a pasar después, incluso teniendo presente que nunca voy a poder cambiar lo que pasó.

Y entonces pasa, tal como lo esperaba, su voz se detiene y ya no soy capaz de oírla, trago grueso y trato de recuperación el aliento, los pulmones comienzan a arderme por dentro, como si el frío aire los hubiera congelado desde el fondo.

— ¡¡Madre!!

Vuelvo a llamarla con inquietud, sabiendo perfectamente lo que eso significa, pero nunca responde. Ya no vuelve a pronunciar mi nombre.

Siento una presencia a mis espaldas y aun así no volteo a ver de quién se trata, ya sé quién es. Su voz, fuerte y autoritaria se escucha tan cerca de mí que casi puedo jurar que lo tengo susurrando contra mi oído.

— Ella te hace débil, hijo.

La rabia se desata en mi pecho, siento un dolor que quema, que se extiende horriblemente por cada extremidad de mi cuerpo. Mis puños se cierran cuando escucho su risa de placer, llena de burla y maldad por destruir lo único bueno que conocí, su voz resuena en mi mente nuevamente junto a los recuerdos, inhalo con fuerza y ante el poco control que tengo me libero, saco mi espada del sustentor de mi cadera, me doy vuelta y apunto el filo hacia él.

INFERNUM:Llamas Ardientes. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora