CAPÍTULO N°21

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Bhal estaba realmente molesto, incluso podía asegurar que lo estaba más que antes, pero tampoco pensaba darle el gusto y aun peor explicaciones, ambos dejamos muy claro que no teníamos otro sentimiento más que odio, fue mutuo desde el principio, d...

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Bhal estaba realmente molesto, incluso podía asegurar que lo estaba más que antes, pero tampoco pensaba darle el gusto y aun peor explicaciones, ambos dejamos muy claro que no teníamos otro sentimiento más que odio, fue mutuo desde el principio, desde la primera vez que el rey me ordenó servirlo y lo vi. Cuando me asignaron a su mando, él apenas llegaba de una misión en las afueras. Entró por los portones principales, en su caballo, con su armadura y capa oscura, su cabello sujeto en su característica cola alta y su espada forjada en hierro y oro puro colgando del sustentor de su cadera, aun recuerdo las gotas de sangre que se deslizaban por la funda de su arma, caían una tras otra a medida que se adentraba en el palacio. 

En ese entonces, bajé la cabeza con respeto como lo hicieron muchos otros que lo recibieron  con veneración y orgullo, no recordaba lo que pasó después de eso, los detalles ya eran borrosos en mi memoria, pero definitivamente jamás borraría de mi mente lo que sentí al verlo, lo que su presencia provocó en lo más profundo de mi ser. Su aura, su sola presencia me transmitió poder, muchísimo, creí que podría destrozar el mundo entero con tan solo la mirada y  entonces no pude ni imaginarme qué sucedería si llegara a desenvainar su espada, pensé que podría dejar todo en cenizas. 

Tambien percibí su desdén al poner aquella mirada fría en mí, recuerdo que sentí curiosidad, demasiada como para poder mantener la cabeza baja, así que en mi imprudencia e ignorancia en mi nueva realidad, llevé mis ojos dudosos hacia él, y entonces lo hizo, me observó de reojo.  Quizá para él solo fueron unos cuantos segundos, para mi él tiempo se detuvo, aquel momento se volvió eterno y aunque aun ahora me costaba demasiado admitirlo, no podía negar que en ese preciso instante algo en mi despertó. Fue algo inexplicable que nunca terminé de entender. Admirar la belleza de su rostro, el porte y su elegancia, la fuerza y el poder que su esencia demoniaca me transmitió erizó cada parte de mi cuerpo, lo hizo como nunca nadie más podría hacerlo. Mi pechó se contrajo con dolor, por alguna razón me sentí conmovida e incomprensiblemente derramé mis primeras lagrimas después de volver a la vida en el infierno. 

Él fue el primero que dejó una huella en mi corazón, mi primer sentimiento. Luego, vino el odio, la rabia y la frustración al darme cuenta que a sus ojos jamás sería más que un simple estorbo, las primeras semanas ni siquiera me dirigió la mirada, no después de aquella tarde de nieve cuando nos tuvimos frente a frente. Me ignoraba, hacía como si yo no existiera, como si no valiera su tiempo, ni siquiera como para dirigirme la palabra u ordenarme limpiar los suelos. 

Después de semanas y meses, pensé que volverían a regresarme a las fosas pues no estaba siendo más que algo inútil dentro las paredes del castillo, y entonces lo hizo, un día mandó una sola orden, o mejor dicho una amenaza. Debía comenzar a entrenar o de otra forma seria él mismo quien iba a a arrojarme a ese horrible hoyo negro y envuelto en llamas, así que lo hice, me dirigí al campo de entrenamiento y me preparé. Día tras día rompía los huesos tratando de superarme a mi misma y darme mi propio valor, terminaba con moretones y otras noches castigada en la sala de tortura por continuar siendo un lastre y no tener mejoría en mi rendimiento. No me destacaba con el arco, era débil en la lucha de cuerpo a cuerpo y por más que lo intentaba no podía dominar una espada promedio. 

INFERNUM:Llamas Ardientes. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora