CAPÍTULO N° 26

14.6K 1.3K 547
                                    

Tenía la cabeza gacha, los ojos puestos en un punto cualquiera del fino azulejo reluciente, las manos inquietas, una encerrando a la otra como un firme guerrero pegadas a la cuerva baja de mi espalda, sudorosas y temblantes

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Tenía la cabeza gacha, los ojos puestos en un punto cualquiera del fino azulejo reluciente, las manos inquietas, una encerrando a la otra como un firme guerrero pegadas a la cuerva baja de mi espalda, sudorosas y temblantes. Tenía el estómago hecho un total lio por dentro, tanto que temía vomitar el incómodo nudo que se había instalado en medio de mi tráquea, por si fuera poco, mis pulmones perdieron la capacidad de funcionar como de costumbre, estaba haciendo un gran esfuerzo de inhalar por la nariz con precisión para llenarlos hasta abastecerlos, pero los latidos continuos de mi ansioso corazón no estaban cooperando con mi débil intento de no mostrarme tensa.

No me atrevía a levantar el rostro, al menos no como el resto. La cantidad de iniciados mantenían una posición firme y dura sobre su propio eje, también tenían las manos detrás de sus espaldas, pero sus semblantes se exhibían altivos y llenos de orgullo ante el significado del acto honorable que estaban a punto de realizar.

Entonces me di cuenta que solo era yo, que solo se trataba de mí. Era la única que sentía la fuerte tensión azotando mi presencia desde dos diferentes extremos, una más tenaz e imponente que la otra. Mordí mi labio interno y luego hice un gran esfuerzo por pasar mi saliva espesa por mi garganta sin hacer el mayor ruido posible, fue en vano pues la mujer demonio a mi lado giró el rostro ligeramente en mi dirección y mostró una sonrisa burlona de lado.

Quizá pensaba que estaba atemorizada, que era una simple humana idiota que solo se había enlistado porque sí y ahora comenzaba a arrepentirse ante la presencia no solo de los gemelos más temidos de las tropas sino también del mismo rey. Su mueca me dio a entender su posición, pero estaba segura de que ni ella, ni el resto, sabría nunca la mía en estos momentos. Estaba realmente jodida, más que jodida, completamente acabada.

No era necesario levantar el rostro, podía sentir perfectamente y a la distancia ambas miradas fijas sobre mi esencia, ambas toscas y aplastantes como ninguna otra. Fue así desde el primer segundo en el que me percaté de sus presencias, desde el preciso instante en el que divisé la gran diferencia entre los verdes de uno y las lilas azulados del otro. El primero tenía una sonrisa divertida en su semblante y un destello en sus pupilas, como si al fin hubiera encontrado lo que tanto estaba buscando, como si hubiera estado esperando por mí. El segundo, desde luego el más intrépido... ¿Cómo debería describirlo exactamente en este momento, en esa faceta suya?

Bhal no se veía para nada contento, para nada sereno aunque, ¿Cuándo lo había estado?, lo que me estaba transmitiendo justo ahora era demasiado devastador, una mezcla odio, molestia, confusión y furia extrema que se destilaba en cada facción de su rostro y que se expresaba no solo en su característico ceño fruncido sino también en sus ojos, por su puesto eran de un lindo tono lila y azul claro, pero ahora sentía que si lo veía directamente como antes frecuentaba, no solo tomarían un color rojo oscuro, por el furor de la situación en el que nos encontrábamos, no dudaría en calcinarme de solo moverlos en mi dirección por una milésima de tiempo. Como marchaban las cosas, no me mataría el entrenamiento que venía, lo haría él con sus propias manos.

INFERNUM:Llamas Ardientes. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora