1. La Torre de Londres formaba todavía en el siglo XIV el límite oriental de la ciudad, y
estaba separada de la City propiamente dicha por los jardines de los monasterios. El Tower Bridge
no existía, naturalmente; se atravesaba el Támesis por el único London Bridge, situado más arriba
de la Torre.
Si bien el edificio central, la White Tower, comenzado hacia 1078 por mandato de
Guillermo el Conquistador a su arquitecto el monje Gandolfo, se nos presenta ahora, al cabo de
novecientos años, casi con su apariencia primitiva -la restauración de Waren lo modificó poco, a
pesar del ensanchamiento de las ventanas-; por el contrario, el aspecto general del conjunto
fortificado era bastante diferente en la época de Eduardo II.
Las obras del actual recinto no estaban construidas aún, con excepción de la torre Saint
Thomas y de la Middle Tower, debidas respectivamente a Enrique III y a Eduardo I. Las murallas
exteriores eran lo que hoy día forman el segundo recinto, conjunto pentagonal de doce torres,
construido por Ricardo Corazón de Leon y retocado constantemente por sus sucesores.
Se puede observar la asombrosa evolución del estilo medieval durante un siglo, comparando
la White Tower (de fines del siglo XI), que, a pesar de la enormidad de su masa, conserva en su
forma y proporciones el recuerdo de las antiguas villas galo-romanas, con la fortificación de
Ricardo Corazón de León (de fines del siglo XII) que la rodea. Esta segunda obra tiene ya las
características del clásico castillo-fuerte, del tipo de Château-Gaillard de Francia, edificado por el
mismo Ricardo I; o posteriormente, de las construcciones angevinas de Nápoles.
La White Tower es el único monumento prácticamente intacto, porque ha sido utilizado
constantemente en el curso de los siglos, que testimonia el estilo de construcción del año 1000.
2. Condestable era el título oficial del comandante de la Torre. El condestable estaba
asistido por un lugarteniente, que era el segundo en el mando. Estas dos funciones siguen
existiendo, aunque a título puramente honorífico y destinadas a los militares ilustres al final de su
carrera. El mando efectivo de la Torre es ejercido actualmente por el mayor, que es un oficial
general. Como se ve, estas dignidades tienen una jerarquía inversa a la de los grados del ejército.
El mayor reside en la Torre, en el Alojamiento del Rey -o de la reina-, construcción de la
época Tudor, apoyada en la Bell Tower. El primer Alojamiento del Rey, que databa de tiempos de
Enrique I, fue demolido por Cromwell. En la época de nuestro relato -1323-, la capilla de San
Pedro estaba formada solamente por la parte romana del actual edificio.
3. En 1054, contra el rey Enrique I de Francia, Roger I Mortimer, nieto de Herfast de
Dinamarca, era sobrino de Ricardo I, Sin Miedo, tercer duque de Normandía, abuelo del Bastardo
Conquistador.
4. El shilling era en esta Época una unidad de valor, no una moneda propiamente dicha. Lo
mismo ocurría con la libra o el marco. El penny era la más alta pieza de moneda en circulación.
Hasta el reinado de Eduardo III no aparecieron monedas de oro, como el florín y el noble. El
shilling de plata se comenzó a acuñar en el siglo XVI.
5. Muy verosímilmente en la torre de Beauchamp, que aún no tenía este nombre. Se empezó
a llamar así a partir de 1397, a causa de Tomas de Beauchamp, conde de Warwich, que fue
encarcelado allí y que era, curiosa coincidencia, nieto de Roger Mortimer. Este edificio era una
construcción de Eduardo II; muy reciente, por lo tanto, en la época de Mortimer.
Las lumbreras o aberturas de las letrinas eran con frecuencia el punto débil de los edificios
fortificados. Por una de estas aberturas, los soldados de Felipe Augusto, después de un asedio que
amenazaba ser en vano, pudieron introducirse una noche en Château-Gaillard, la gran fortaleza
francesa de Ricardo Corazón de León.
6. La palabra Parlamento, que significa exactamente reunión, se aplica en Francia y en
Inglaterra a instituciones de origen común, es decir, a una extensión de la curia regis, pero que
rápidamente adoptaron formas y atribuciones completamente diferentes.
El Parlamento francés, primero ambulante, después fijo en París antes de que se instituyeran
los Parlamentos secundarios en provincias, era una asamblea judicial que ejercía el poder de
justicia por orden y en nombre del soberano. Al principio sus miembros eran designados por el rey
y por la duración de una sesión judicial, pero a partir de fines del siglo XIII y comienzos del XIV,
es decir, del reinado de Felipe el Hermoso, los maestros del Parlamento fueron nombrados con
carácter vitalicio.
El Parlamento francés se ocupaba en los grandes conflictos de intereses privados, en los
procesos que oponían los particulares a la Corona, procesos criminales respecto a la vida del
Estado; en disputas sobre la interpretación de las costumbres y, en suma, en todo lo que tocaba a la
legislación general del reino, incluyendo la ley de sucesión al trono, como se vio al comienzo del
reinado de Felipe V. Sin embargo, el papel y atribuciones del Parlamento fueron un tiempo
Únicamente judiciales o jurídicas.
El único poder político del Parlamento francés estribaba en que ninguna acta, ordenanza,
edicto o gracia real era válido sin haber sido registrado y ratificado por el Parlamento; sin embargo,
sólo comenzó a usar de este poder de rechazar hacia fines del siglo XIV y comienzos del XV,
cuando se debilitó la monarquía.
El Parlamento inglés era una asamblea judicial, puesto que a ella se llevaban los grandes
procesos del Estado, al mismo tiempo que una asamblea política. Nadie se sentaba allí por derecho;
era siempre una especie de Gran Consejo ensanchado en el que el soberano llamaba a quien quería,
es decir, a los miembros de su Pequeño Consejo, a los grandes señores del reino, tanto laicos como
eclesiásticos, y a los representantes de los condados y ciudades elegidos generalmente por los
sherifs.
El papel político del Parlamento inglés se limitaba en su origen a una doble misión de
información del rey a los representantes de su pueblo, elegidos por él, sobre las disposiciones
generales que iba a adoptar; y de información de los representantes al soberano, por la vía de
petición o exposición oral, sobre los deseos de clases o regiones administrativas a las que
pertenecían.
En teoría, el rey de Inglaterra era el único dueño de su Parlamento, que suponía una especie
de auditorio privilegiado al que sólo solicitaba una especie de adhesión simbólica y pasiva para los
actos de su política. Pero, cuando los reyes de Inglaterra se encontraban en graves dificultades, o
bien cuando fueron débiles o malos gobernantes, los Parlamentos, que ellos habían nombrado, se
mostraron mas exigentes, adoptaron actitudes francamente deliberativas e impusieron su voluntad
al soberano; o al menos el soberano tuvo que contar con las voluntades expresadas.
El precedente de la Carta Magna de 1215, impuesta a Juan Sin Tierra por sus barones, que
llevaba en esencia el reglamento de las libertades inglesas, continúa presente en el espíritu de los
Parlamentos. El que se celebró en 1311 obligó a Eduardo II a aceptar una carta que instituía
alrededor del rey un consejo de «ordenadores» compuesto por los grandes barones elegidos por el
Parlamento, que ejercían verdaderamente el poder en nombre del soberano.
Eduardo II luchó toda su vida contra estas disposiciones, rechazándolas primero y
sometiéndose a ellas después de la derrota de 1314 por los escoceses. Se libró de estas
disposiciones, y para su desgracia, cuando, en 1322, las luchas por la influencia dividieron a los
«ordenadores» y logró aplastar en las batallas de Shrewsbury y Boroughbridge al partido de
Lancaster-Mortimer, que se había alzado en armas contra él.
Recordemos, por último, que el Parlamento inglés no tenía sede fija, sino que podía ser
convocado por el soberano en cualquier ciudad del reino donde él se encontrara.
7. En 1308, por lo tanto, cinco años antes, Roger Mortimer de Wigmore, nombrado Gran
Juez y teniente del rey de Inglaterra en Irlanda, había batido, a la cabeza de un ejército de las
Marcas, a Eduardo Bruce, rey de Irlanda y hermano del rey Roberto Bruce de Escocia. La captura y
ejecución de Eduardo Bruce señalaron el fin del reino irlandés. Sin embargo la autoridad real
inglesa fue tenida allí en jaque durante largo tiempo.
8. El asunto del condado de Gloucester, muy oscuro y embarullado, surgió por las fabulosas
pretensiones que tenía sobre este condado Hugh Despenser el joven, pretensiones que no hubieran
prosperado de no haber sido el favorito del rey.
Hugh el joven, no contento con haber recibido todo el Glamorgan, como herencia de su
mujer, exigía, en contra de sus cuñados, y en particular de Mauricio de Berkeley, todas las
posesiones de su difunto suegro el conde. La nobleza del sur y del oeste de Inglaterra se alarmó y
Tomas de Lancaster se puso a la cabeza de la oposición con tanto mas ardor cuanto que en el clan
adverso se encontraba su peor enemigo, el conde de Warenne, que le había quitado su mujer, la
hermosa Alicia.
Los Despenser, desterrados un tiempo por una orden del Parlamento, promulgada por la
presión de los Lancaster en armas, regresaron en seguida, ya que Eduardo no podía vivir sin su
amante, ni sin la tutela de su primo Tomas.
La vuelta de los Despenser al poder dio ocasión a que se reanudara la rebelión, pero Tomas
de Lancaster, tan infortunado en el combate como en el matrimonio, dirigió mal la coalición. No
habiendo llegado a tiempo para ayudar a los barones de las Marcas galesas, éstos tuvieron que
batirse solos en el oeste, en Shrewsbury, en enero de 1322, donde fueron hechos prisioneros los dos
Mortimer; mientras que el propio Tomas de Lancaster, a la espera de refuerzos escoceses en
Yorkshire, fue derrotado dos meses después en Boroughbridge y condenado inmediatamente a
muerte.
9. La comisión del obispo de Exeter fue dada, según el Calendario close rolls, el 6 de agosto
de 1323. Sobre el asunto Mortimer se dieron otras órdenes, principalmente la del 10 de agosto a los
sherifs del condado de Kent y la del 26 de agosto al mismo conde de Kent. Parece que el rey
Eduardo no supo el destino del fugitivo antes del primero de octubre.
10. María de Francia, la más antigua de las poetisas francesas, vivió en la segunda mitad del
siglo XII en la corte de Enrique II Plantagenet, donde había sido llevada o llamada por Alienor de
Aquitania,
princesa infiel al menos a su primer esposo el rey de Francia, pero verdaderamente
exquisita, y que había creado a su alrededor, en Inglaterra, un verdadero centro de arte y poesía.
Alienor era nieta del duque Guillermo IX, también poeta.
Las obras de María de Francia tuvieron una inmensa popularidad, no solo en vida de su
autora, sino también durante todo el siglo XIII y principios del XIV.
11. La compañía de los Tolomei, una de las más importantes bancas sienesas junto con la de
los Buonsignori, era poderosa y célebre desde comienzos del siglo XIII. Su principal cliente era el
papado. Su fundador, Tolomeo Tolomei, había participado en una embajada cerca del Papa
Alejandro III. Durante el pontificado de Alejandro III, los Tolomei fueron banqueros exclusivos de
la Santa Sede. Urbano IV los exceptuó de la excomunión general decretada contra Siena entre 1260
y 1273. Hacia esta época (fin del reinado de San Luis, comienzos del de Felipe III) los Tolomei
comenzaron a aparecer en las grandes ferias de Champaña, y Spinello fundó la rama francesa de la
compañía. Todavía existe en Siena una plaza y un palacio Tolomei.
12. La ordenanza de Carlos IV sobre prohibición de salida de moneda francesa dio ocasión,
ciertamente, al tráfico ilegal, ya que otra ordenanza publicada cuatro meses después, prohibía
comprar oro y plata a curso más alto que el de las monedas del reino. Un año después les retiraron a
los mercaderes italianos el derecho de burguesía, lo que no significa que tuvieran que abandonar a
Francia, sino simplemente volver a comprar, una vez más, la autorización para tener comercio.
13. 19 de noviembre de 1323. Juan de Cherchemont, señor de Venours en Poitou, canónigo
de nuestra señora de París, tesorero de la catedral de Laon, había sido ya canciller al final del
reinado de Felipe V. Carlos IV, a su advenimiento al trono, lo reemplazó por Pedro Rodier. Pero
Carlos de Valois, cuyo favor había sabido ganarse, lo repuso en su cargo en esta fecha.
14. El reglamento propuesto al Papa, después de un consejo general celebrado en Gisors en
julio de 1323, preveía que el rey sería beneficiario de trescientas mil libras de las cuatrocientas mil
de los gastos accesorios. Pero se especificaba también -y en esto se le veía la oreja a Valois- que si
el rey de Francia, por la razón que fuera, no se ponía a la cabeza de la expedición, este desempeño
pasaría por derecho a Carlos de Valois, quien se beneficiaría entonces a título personal de los
subsidios proporcionados por el Papa.
15. Se suele olvidar que hubo dos guerras de Cien Años entre Inglaterra y Francia.
La primera, que va desde 1152 a 1259, se consideró terminada por el tratado de París,
concluido por San Luis y Enrique III Plantagenet. De hecho, entre 1259 y 1338, los dos países
entraron en conflicto armado dos veces más, siempre por la cuestión de Aquitania: en 1294 y, como
se verá, en 1324. La segunda guerra de Cien Años, que empezó en 1328, no tuvo por origen la
diferencia de Aquitania, sino la sucesión al trono de Francia.
16. Esto da un ejemplo del extremado embrollo a que había llegado el sistema feudal,
sistema que generalmente se presenta como muy sencillo, y que efectivamente lo era en su origen;
pero que acabó por ahogarse en las complicaciones nacidas con su uso,
Hay que darse cuenta de que la cuestión de Saint-Sardos, o el asunto de Aquitania en
general no eran excepciones, sino que lo mismo ocurría con Artois, Flandes, las Marcas galesas, los
reinos de España, el de Sicília, los principados alemanes, Hungría, y con toda Europa.
17. Estas cifras han sido calculadas por los historiadores según documentos del siglo XIV,
basándose en el censo del número de parroquias, y de los difuntos de cada parroquia, a razón de
cuatro habitantes por difunto. Se entienden para el periodo alrededor de 1328.
Durante la segunda guerra de Cien Años, los combates, el hambre y las epidemias hicieron
decrecer la población en más de un tercio; hubo que esperar cuatro siglos para que Francia volviera
a alcanzar el nivel demográfico y de riqueza que tuvo con Felipe el Hermoso y sus hijos. A
comienzos del siglo XIX se podía considerar que en cinco departamentos franceses, la densidad
media de la población no había llegado a las cifras de 1328. Incluso en nuestros días, algunas
ciudades, prósperas en la Edad Media y arruinadas por la guerra de los Cien Años, están por debajo
de su situación de entonces. Con esto se puede considerar lo que costó a Francia la guerra inglesa.
18. Nuestros lectores tal vez se sorprendan por el empleo de piezas de artillería en el asedio
de La Rèole en 1324. En efecto, la aparición dé la artillería de pólvora data tradicionalmente de la
batalla de Crecy en 1346.
Crecy fue la primera batalla en que se empleó la artillería en campo raso y en guerra de
movimiento. No se trataba, sin embargo, más que de armas de relativamente poco calibre, que no
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los reyes malditos la loba de fracia
Historical Fictionesta el la 5 parte de la saga los reyes malditos todos los derechos son de el autor maurice duron