veintitrés: 𝑐𝑒𝑙𝑜𝑠 𝑦 𝑒𝑠𝑡𝑟𝑒𝑠

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—Buenos días, chicos —Camille saludó a los presentes de la mesa de Gryffindor y le mostró un sobre a Harry, el cual contenía una carta para sus padres— Harry.

—Buenos días, Cam —dijeron George y Fred a unísono.

—Oh, claro —vio el sobre— ¿ya sabes en donde está Hedwig o voy contigo?

Harry, desde el día uno, le había dado toda libertad a Camille de usar a su lechuza cuando ella quisiera y siempre que necesitaba mandar una carta o un paquete a Andromeda y Ted, Hedwig siempre estaba lista para ella.

—Sí sé, no te preocupes. Los veo al rato.

Y dicho esto se dio la media vuelta y salió del Gran Comedor con su sobre en la mano, cuando salió al patio e iba de camino a la torre oeste cuando un Cedric Diggory muy sonriente se dirigía hacia ella.

—Cam, buenos días, bonita —llegó hasta ella.

—Hola, Ced —miró sus grandes ojos grises— ¿no deberías de estar en el desayuno?

—Lo mismo te pregunto —rió— te vi y quise venir a saludarte, ¿a dónde vas?

—A la lechucería, tengo una carta que entregar.

—No sabía que tienes una lechuza, ¿u ocupas una del colegio?

—No, utilizo la de Harry —informó— me la presta cada que necesito mandar cartas.

—¿Es para tus padres? —preguntó y vio que Camille fruncía el ceño y decidió aclarar— la carta.

—Sí, es para unos permisos —contestó— para pasar vacaciones con los Weasley y los Malfoy.

—¿Los Malfoy? —inquirió— Dicen que esa mansión da miedo.

—Una simple casa no me va a intimidar.

—Esa es la actitud —sonrió sin mostrar los dientes— ¿gustas que te acompañe a la lechucería?

—Claro, vamos.

El camino a la Lechucería se basó en Camille y Cedric hablando de cosas sin sentido. Cedric hacía algún tipo de comentario absurdo y Camille se reía, pero ninguna risa era igual a las carcajadas que había soltado el día anterior con Fred.

Al llegar, Camille le amarró la carta en la pata a Hedwig, le acarició su cabeza y dejó que se fuera. Cuando llegaron al patio, Cedric preguntó:— ¿Qué clase tienes ahorita?

—Defensa Contra las Artes Oscuras —rodó los ojos al recordar las absurdas clases de Gilderoy Lockhart —¿tú?

—Pociones, por cierto, ¿podemos estudiar hoy?

—Claro, tengo una hora libre antes de estudiar con mis amigos —dijo— si quieres puedes venir; somos un grupo pequeño, pero nos ayudamos bastante. Si vienes, estarías con Daphne, George y Fred.

—Me encantaría —sonrió ampliamente, aunque la idea de estar encerrado en un salón varias hora con Fred Weasley no le hacía gracia, pero Camille valía eso y más— entonces, te veo después de clases y luego nos vamos con tus amigos, ¿bien?

—Bien —asintió— nos vemos más tarde, Ced.

Le dedicó una última mirada y se dirigió hasta el aula de DCAO que se encontraba en el tercer piso. Subió las escaleras y en el camino se encontró con Draco quien traía, envuelto en varias servilletas, un sándwich de pierna de jamón y se lo extendió a Camille en cuanto estuvieron frente a frente.

—Noté que no estabas en el comedor, así que pedí que te lo envolvieran. No puedes estar sin desayunar, Camille.

—Gracias —le agradeció mientras le daba un mordisco a aquel sándwich.

the half-blood princess. #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora