veintiocho: 𝑡𝑒𝑠𝑠𝑎

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A la mañana siguiente, Camille estaba dormida cuando Draco entró a su habitación.

—Camille, despierta —agitó levemente su hombro.

Abrió perezosamente los ojos— Hola, —dijo adormilada— ¿qué pasa? ¿Qué hora es?

—Nueve en punto. —respondió— En un momento te traerán tu desayuno y cuando termines mi madre pidió vernos en el salón principal.

—Creí que desayunaríamos en el comedor.

Negó con la cabeza— Siempre desayunamos por separado, así son las cosas aquí, pero como sea, te recomiendo que te alistes en lo que suben tu desayuno para que cuando termines podamos bajar con mamá, ¿bien?

—Sí, claro.

—Yo estaré en mi habitación, está cruzando en pasillo por si necesitas algo. —tocó su cabello— Te veo después.

Draco salió de la habitación, permitiendo que Camille pudiera darse una ducha en el baño, el cual era casi del mismo tamaño de la habitación.

Salió del baño aun secándose el cabello con una toalla cuando se dio cuenta que en el escritorio ya estaba una charola de plata con su desayuno y un pequeño pergamino doblado a la mitad.

Lo tomó entre sus manos y la desdobló.

Querida Camille,
Espero que tu primera noche aquí haya sido agradable a pesar de los inconvenientes sucedidos en la cena. Lamento mucho aquello, tú no tienes nada de que preocuparte.
Disfruta este desayuno y cuando termines, te espero a ti y a Draco en el salón principal.
-Tu tía, Narcissa Malfoy B.

Minutos después de que terminara su desayuno, dos golpes resonaron en la puerta de su habitación.

—Adelante.

Draco la abrió con una sonrisa— ¿Ya estás lista?

—Me leíste la mente, —sonrió— estaba por ir a buscarte para ya ir con Narcissa.

Él asintió.

En cuanto llegaron a un par de grandes puertas, parecidas a las del comedor, éstas se abrieron inmediatamente revelando un gran sillón de piel al centro, una chimenea, un escritorio y una pequeña sala para tomar el té distribuidos por toda la habitación.

Narcissa se encontraba sentada en el escritorio acomodando unos papeles cuando los dos primos entraron haciendo que ella levantara la vista.

Camille siempre notaba que los ojos de Narcissa se cristalizaban levemente cuando la miraba. Era una sensación extraña que no sabía explicar.

—Buen día, madre.

—Draco, Camille buenos días, —saludó— ¿Cómo dormiste, linda? ¿Todo bien con tu habitación? ¿Qué tal el desayuno?

—Madre la hostigas.

Camille rió negando con la cabeza— Está bien, todo está perfecto y el desayuno estuvo delicioso. Muchas gracias.

—Me da gusto, querida. —se levantó de su silla y caminó hacia ellos— ¿Cómo te va en Hogwarts? Draco me platicó que eres muy buena en pociones, justo como... mi hermana.

—Así es, de hecho estoy en una clase más avanzada. —contestó orgullosa— En general me va muy bien tanto en lo académico cómo en lo social.

—Lo sociable de seguro lo aprendiste de Edward, tu padre era amigo de medio Hogwarts, supongo que eso fue lo que enamoró a Andromda.

Camille sonrió, jamás había oído a alguien externo hablar sobre la relación de sus padres durante sus años en Hogwarts.

—¿En serio?

the half-blood princess. #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora