Takuya, un adolescente japonés de 16 años, vivía una vida común hasta que gracias a un proyecto escolar se hace amigo virtual de una chica italiana que vive al otro lado del mundo.
Se me hacía increíble que desde que Takuya me dijo que venía a Italia, cada momento de mi día me la paso sonriendo. Pienso en él con mucha frecuencia y sé que puede sonar extraño pero, creo que no tiene nada de malo alegrarse porque un amigo venga de visita. Tengo ganas de que conozca toda la ciudad y enseñarle los mejores restaurantes cerca de este lugar. El hotel donde se quedarán no está muy lejos y el trayecto hasta la escuela desde ahí es bastante variado. Creo que lo invitaré a un café después de algún partido o a comer comida italiana... aunque después de un partido... tal vez estará cansado. Podría invitarlo a mi lago favorito, después de todo... ¡Ay no! ¡Soy horrible planeando castigos! ¿Cómo se atreve a desafiarme así? ¡El agua del lago es tan helada que solo las personas muy valientes como yo se atreven a nadar en él... Jajaja después de todo, es muy tierno. Me siento muy afortunada de que sea mi amigo.
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Me encanta hablar con él y sentir que realmente se interesa por lo que le cuento. En general, con Lucio debo rogar por atención y en ocasiones, cuando he notado que no me está prestando atención, le pregunto si pasa algo y ha llegado a responder que lo estoy mareando ya que, en su opinión, nada de lo que le estoy contando es importante.
No puedo evitar este sentimiento que aflora al pensar en la relación que llevamos y me duele ser yo quien vea el problema y no lo pueda remediar.
Takuya en cambio es más abierto. Nunca ha dicho nada contra mis gustos y si no coincidimos, de alguna forma, me hace sentir que mis gustos son válidos e importantes. Demonios, me sonrojo de pensar en el japonés. Ahora que dejó a Sussie, me habla mucho más e incluso nos hemos quedado hasta altas horas de la noche conversando. De todos modos, la escuela ya no es tan intensa y no importa si apenas abro los ojos durante las primeras clases.
Miraba por la ventana, sin prestar mucha atención a la maestra mientras recordaba parte de los diálogos que había tenido con Takuya la noche anterior. No podía disimular siquiera la sonrisa que afloraba en mí rostro pero la escuela era zona segura para eso ya que a nadie le interesaba. Casualmente, hoy se me acercó Mindy. Ella suele pedirme ayuda con historia pero en arte, por lo general, trabajo sola.
Mindy: Esta es la situación, Zoe. Me caes bien y quisiera que te llevaras mejor con las otras chicas... ¿te... gustaría ir por un helado más tarde?
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