Capítulo 31

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Bien, Nash tu puedes

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Bien, Nash tu puedes.

—Esto es una maldita mierda —gruñí al verme en el espejo.

—Tierno, tierno. Conejito tierno —canturreo Abby viéndome.

—Nash, se ve tonto —se burla Ben estando al lado de Abby.

—Ni por una mierda saldré así —me negué después de ver lo estúpido que me veía en este disfraz.

—Vamos, Nash. Perdiste, ahora cumples tu castigo —dijo Abbey entrando a la habitación.

—Esto —señale el disfraz — es una maldita mierda.

—¡Malas palabras!

—Sí, exacto Abby. Malas palabras —concordó Abbey con ella, burlándose de mí.

—No iré a ningún lado así.

—Si lo harás. Perdiste una apuesta que tú mismo hiciste, ahora cumple —Abbey se detiene a mi lado y yo doy un paso atrás cuando veo lo que quiere hacer o, mejor dicho, lo que quiere ponerme.

—No usare esas orejas —me negué cuando vi las orejas largas y blancas que Abbey tenía en las manos.

—¿Como que no? Nash, arruinaras tu disfraz.

—No puedo ser un conejo estúpido sin orejas.

—No, arruinaras el disfraz. Un conejo no es un conejo sin sus largas orejas —dijo ella moviendo las orejas por el aire.

—No.

—Nash...

—Tu ni siquiera tienes un disfraz, no traes puesto ningún disfraz.

—No, pero si lo tengo. Se me rompió un poco y tu abuela me está ayudando a arreglar mi disfraz —respondió intentando ponerme las orejas.

Negué con la cabeza y me hice para atrás.

Era tonto, pero mamá y mi abuela no lo creían así, y prefería no hacerlas creer lo contrario porque sabía que intentarían mostrarme fotografías en las que aparecía con tontos disfraces que mi madre me había hecho poner cuando era pequeño y ahí no podía quejarme. El único disfraz más decente que recordaba era el Harry Potter, mamá en ese tiempo había terminado de leer la saga y haber visto las primeras cinco películas de la saga, y yo solo tenía 7 años, mamá me disfrazo de Harry Potter, y mis padres se disfrazaron de Lily y James Potter, los padres de Harry.

De los demás disfraces que alguna vez mamá me hizo ponerme, de esos no quiero hablar. Quiero que Abbey siga creyendo que solo ella paso vergüenza cuando era más pequeña.

—Y aun no has dicho cuál es tu disfraz —comenté sentándome en el sofá que tenía en la habitación —. Yo soy el único disfrazado en esta habitación, con un estúpido disfraz, por cierto.

El Chico De Los Converse Negros [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora