Extra 1

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Termino de ponerme la sudadera negra antes de cerrar la ventana de la habitación donde mis abuelos siempre tienen lugar para mí.

¿Por qué estoy aquí? Bueno, las noticias, los periódicos, las personas a mi alrededor pueden responder a eso, y sobre todo me lo pueden recordar cada jodido segundo de mi vida.

No puedo salir a caminar tranquilamente sin escuchar a alguien diciendo; "Oh, allá va el hijo del traidor", "él también es un traidor", "él es su hijo", "también su cómplice", "debería estar en prisión junto a su padre".

No podría salir sin escuchar eso, el lugar que creí era mi refugio ahora se había convertido en mi peor miedo, la oscuridad que me dejaba sin poder respirar.

Termino de cerrar la ventana por completo.

Me doy la vuelta, tomando mi mochila en el camino.

—Oh, mi niño. ¿Iras todo de negro? Nadie te vera.

—Eso es lo que quiero, abuela. Que nadie me vea —respondí con la voz algo entrecortada.

—Nash...

—Abuela, te quiero demasiado. Creo que lo sabes desde que era más pequeño, tú fuiste la que me cuido mientras mis padres trabajaban y no morían en el intento por cuidarme y estar siempre conmigo. Y ahora... quiero seguir viéndote cada mañana y hablar contigo mientras me haces esa deliciosa comida que haces y poder conversar contigo, poder ser yo mismo. No quiero ser un peso más para ti, un sobrecargo en estos momentos... —expliqué sintiendo la gran altura que nos dividía.

—No lo eres, Nash. Y si quieres ser invisible ante los demás está bien, pero no quiero que estés triste, que piensen que no te queremos. Siempre estaré aquí, Nash.

—Lo sé, abuela. Siempre estarás conmigo y eso es algo que quiero siempre.

—Todo mejorara, Nash. Algún día encontraras esa luz dentro de la oscuridad que te sacará de aquel lugar y te hará sentirte mejor, sin miedos, sin dolores, sin preocupaciones. Hará que tu vida sea diferente.

—Espero que esa luz llegue pronto, no creo seguir soportando vivir así, abuela.

—Llegará, Nash, lo hará —Mi abuela me toma del rostro y besa mi frente.

Le sonrío antes de comenzar a bajar las escaleras.

Mi abuelo aparece en el pasillo de la sala con su periódico y deja su tasa de café en la mesa que está en la entrada.

—¿Nash a dónde vas? —Mi abuelo me pregunta cuando nos encontramos en la sala. Sus ojos están fijos en mí y como estoy vestido.

—Iré a caminar —respondí tomando los audífonos que había dejado en el bolsillo de mi pantalón.

—Ten toma esto, compra algo y vienes antes de las once de la noche —Mi abuelo camina hacia mí y me da cincuenta dólares. Después de eso me pasa por un lado y sube las escaleras.

Bueno, al parecer mi abuelo sigue dándome dinero, y bueno, se lo agradezco. Mi madre puede vivir a penas con lo que ella gana, y por eso yo estoy quedándome aquí, con mis abuelos.

Odio que pase eso, que mi mamá tenga que estar todo el día fuera de casa para poder ganar dinero y, aunque mi abuelo le dijo que dejara de trabajar y que ellos nos ayudarían en todo, pero mi madre quería seguir trabajando, era algo que la hacía olvidar un poco sobre mi padre y lo que pasó.

—Me iré... —murmuré, aunque nadie me escucho. Ahora volvía a estar solo.

Cerré la puerta detrás de mí, me coloqué el gorro de la sudadera y bajé las escaleras del porche, dirigiéndome hacia la salida.

El Chico De Los Converse Negros [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora