Capítulo 23

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Sigo escuchando al señor arriba del escenario a unos metros de mí

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Sigo escuchando al señor arriba del escenario a unos metros de mí. Nicholas a mi lado está por caerse de la silla, así que como buen amigo muevo mi hombro y lo golpeo en su hombro. Nicholas reacciona y se vuelve a sentar bien en esa silla.

¿Qué hacemos aquí? Es el castigo que mi madre y mi abuela decidieron darnos a Nicholas y a mí por haber hecho llorar a Abby.

Sí, Nicholas y yo no nos hacemos los inocentes, ni las víctimas. Porque... al final hicimos razonar a Abby de lo que había metido a la casa había sido un mapache, le tuvimos que mostrar algunas imágenes en mi teléfono para que entendiera.

Todo iba bien, le habíamos dicho que le habíamos comprado algunos chocolates y los comeríamos con ella mientras veíamos una de sus películas favoritas de princesas, pero Nicholas y yo necesitábamos comer algo, y las galletas y panques de chocolate era lo único que teníamos a la mano, así que empezamos a comerlos. De un momento a otro nos habíamos acabado los dos paquetes de panques y el paquete de las galletas de chocolate.

Cuando Abby entro a la habitación y vi solo los envoltorios de los panques y de las galletas se echó a llorar. Mi madre y mi abuela nos dieron un gran sermón del porque no debemos prometer nada y también Abby le dijo a mi madre lo del mapache, dos idiotas como nosotros no pudieron con una niña de ocho años. En fin... Nicholas y yo terminamos castigados.

Bostezo por tercera vez. Mi abuela y mi madre están muy atentas a lo que el señor de anteojos sigue diciendo.

—¿Quiero salir de aquí? —murmura Nicholas acomodando su gorro de lana.

—No me he dado cuenta. Gracias por decírmelo —murmuré rodando los ojos.

—Podemos... ¿hay un botón de incendios? Podemos usar eso como nuestra salvación de morir de aburrimiento.

—Hay uno por allá —señalé discretamente detrás de nosotros —. Ese botón rojo me ha estado llamando desde que llegamos.

—Bien, fingiré que voy al baño, presiono ese botón y me voy corriendo a esconderme al baño. Listo, pienso demasiado rápido —comenta Nicholas mostrándome una sonrisa.

—No es para arruinarte tu momento de un Sherlock Holmes a la hora de escapar de un lugar. Pero... sabes que hay guardias de seguridad, hay cámaras de seguridad y eres demasiado dramático. Tu plan no funcionara, Nicholas —confesé borrando la sonrisa de su rostro.

—¿Y ahora tú te estas metiendo en el personaje del chico solitario y que piensa que todo está mal?

—No. solo piensa en lo que te dije. Yo no quiero ir a prisión, aunque sea por unas horas por culpa de un plan fallido —aclaré cruzándome de brazos.

—Cuatro ojos, sabelotodo —mascullo, sacándome la lengua como un niño pequeño.

—Exactamente le estás haciendo como el niño que lleva haciéndome caras y sacándome la lengua desde hace media hora —señalé con mi cabeza al niño sentado a dos filas de la nuestra.

El Chico De Los Converse Negros [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora