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DRACO

Angels like you — Miley Cyrus

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Angels like you — Miley Cyrus.

Un pequeño rayo de luz entraba por la ventana, iluminando un poco la habitación.

Draco contemplaba en silencio a Isabella que dormía plácidamente, solamente con una playera de Draco puesta y unos panties.

Con cuidado se acercó y se sentó en la orilla de la cama. Su dedo comenzó a serpentear por la piel desnuda de las piernas de Isabella; desde su rodilla hasta su muslo. Observando y analizando cada pequeño detalle grabado en su piel.

Tenía celulitis por debajo de sus glúteos y un poco más arriba habían algunas rayitas blancas, conocidas como estrías, adornando la suave piel de sus glúteos.

Draco deslizó su dedo por aquellas rayitas blancas con delicadeza y cuidado.

Defectos... los llamaría la sociedad, pero para Draco eran cosas que hacían especial a su esposa. «La perfección es aburrida.»

«¿Desde cuándo ver a alguién dormir resulta tan placentero?»

El rayo de sol iluminando a Isabella en la cama. Su pelo desordenado de un castaño rojizo. Sus mejillas teñidas de un rosa pálido y sus labios entreabiertos. Su respiración apacible y profunda. Sus pestañas largas. Pequeñas pecas esparcidas por su nariz y mejillas, y alguna que otra arruga casi invisible a un lado de sus ojos.

Draco se debatió entre dejar un beso sobre su sien o seguir siendo esa persona fría y distante, el cual pretendía ser.

Pero echó al borde su maldita personalidad de mierda, y se acercó a su rostro; dejando un pequeño y casto beso sobre la sien de Isabella.

Vértigo... Es estar en el filo de un acantilado, mirando hacia abajo, decidiendo si te atreves a precipitarte al vacío o das un paso hacia atrás y regresas a la seguridad, a tu confortable existencia sin sobresaltos.

Isabella era su vértigo... y tal vez Draco estaría dispuesto a dejarse caer.

Notó como Isabella se movió y abrió perezosamente los ojos.— ¿Qué hora es? — preguntó con voz adormilada.

— Hora de que te levantes.— contesto Draco.

— ¡Cinco minutitos más! — pidió Isabella, y se puso la almohada contra la cara.

— ¡Nada de cinco minutos! — Draco trato de sonar firme pero una risa lo arruinó —. Debemos irnos, Isabella, se nos hace tarde.

Escuchó como Bella se quejaba y decía algo que quedaba ahogado contra la almohada. Draco tiro de la almohada y dejó la cara de Isabella descubierta.

— Cinco minutitos.— volvió a pedir.

— ¿Y perderte tu día en Verona? Bien, si eso es lo qué quieres...

Arranged marriage. (D.M)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora