Isabella Rosier siempre ha soñado con salir de Hogwarts y dedicarse a lo que más le gusta. Sin embargo, sus padres tienen otros tipos de planes para ella; unir su vida a la de Draco Malfoy.
𝐃𝐨𝐬 𝐚𝐥𝐦𝐚𝐬 𝐜𝐞𝐠𝐚𝐝𝐚𝐬 𝐩𝐨𝐫 𝐥𝐚 𝐚𝐫𝐫𝐨𝐠𝐚𝐧...
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¿Era muy tarde para huir del país? Era lo único que Isabella se preguntaba, mientras veía su reflejo semidesnudo en el espejo.
Isabella siguió mordiéndose las uñas aunque au madre ya se lo había prohibido por décima vez en los últimos cinco minutos.
Pero estaba muy nerviosa para dejar de hacerlo.
Ella se acercó más al espejo observando su figura.
No tenía el cuerpo más bonito, habían miles de chicas con cuerpo más bonito que el de ella.
Por supuesto.
Sus senos no eran tan grandes, tampoco su trasero... Pequeñas estrias adornaban la piel de su trasero, al igual que un poco de celulitis por sus muslos.
Pero estaba bien... ella era hermosa.
Bella vestia lencería completamente blanca a juego con su vestido de novia.
— Bella, ya han llegado las brujas que te ayudarán a arreglarte.— informó su madre desde la puerta de su habitación.
Bella asintió.— Bien.
Isabella no podía negar las ganas de vomitar que tenía en ese momento, eran inmensas y se odiaba a sí misma por eso. Sus manos estaban empapadas de sudor y su pie no paraba de moverse, haciendo un ruido insoportable con su pie y el piso.
«Debes calmarte.» era lo que se repetía a cada rato.
Las brujas entraron en su habitación y sin decir palabra alguna, una bruja se colocó a su espalda comenzando a arreglar su cabello, otra bruja se colocó delante de ella mientras abría un gran maletín con maquillaje.
Bella cerró los ojos y se dejó llevar.
•~•~•~•
Mientras el Heredero de los Malfoy también estaba nervioso... o mejor dicho estaba furioso.
Se hallaba en su habitación, un vaso lleno de Whisky de Fuego estaba en su mano derecha mientras que su mano izquierda estaba por debajo de su barbilla.
Su pie moviéndose de arriba a abajo con inquietud.
— ¿Draco? — su madre toco dos veces la puerta con sus nudillos.
Draco tarareó en contestación.— Puedes pasar.— dijo sombrío.
Su madre abrió la puerta y comenzó a caminar dentro de su habitación, sentándose en la butaca al frente de Draco.
— ¿Estás bebiendo tan temprano? — Y en efecto... era temprano.