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ISABELLA

Heaven — Julia Michaels

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Heaven — Julia Michaels

El sol estaba en la cima del cielo, alumbrando y calentando cualquier cuerpo. Brillando, haciendo un día extraordinario.

En el avión no se escuchaba nada más que el motor del avión y las voces lejanas de las personas encargadas de llevar a Draco y a Isabella con bien a su casa... a Londres.

Isabella estaba tan entretenida mirando por la pequeña ventanilla del avión, absorta de cualquier movimiento o ruido. Viendo las nubes y preguntándose, «¿qué se sentiría caminar sobre una de ellas?» o «¿qué sabor tendrán?» eran preguntas que cualquier niña o niño se haría. Isabella a sus diecinueve años aún se lo preguntaba.

Tomó una gran bocanada de aire y trató de no sentirse mal por volver a casa. ¿Por qué se sentiría mal? ¡Todo seguiría igual! ¡Nada cambiaría entre ellos! Eso fue lo que Draco le estaba repitiendo durante todo el día.

Tenían unas horas más de viaje. Draco estaba profundamente dormido y roncando levemente, cuando de pronto el avión se movió más de lo normal, e Isabella se asustó. Se pegó a su silla y se aferró a los lados de la silla.

Otro movimiento más. «Estamos pasando por turbulencias. Favor de, ajustarse los cinturones y mantenerse en su lugar.» Escuchó una voz.

Bella cerró los ojos con fuerza y comenzó en su mente. «¡Oh, bendito Merlin, ayúdanos, por favor!» «Oh, bendito Merlin.» «Oh, Merlin.» «¡Oh, por Dios. Vamos a morir!»

Tomó de la camisa a Draco y comenzó a sacudirlo con fuerza.

— ¿Qué? — balbuceó aún con los ojos dormidos y voz soñolienta.

— Nos vamos a morir — musitó Bella con rapidez y voz chillona —, ¡Nos vamos a morir! — repitió.

Draco abrió lentamente los ojos y frunció el ceño al ver a Isabella tan asustada. Quería reírse, quería cagarse a carcajadas, pero reprimió la carcajada y trató de tranquilizarla.— Tranquila, Bell.— acarició su hombro.

— ¿Tranquila? — replicó Bella. Sus ojos comenzaron a humedecerse —. ¿Acaso tú no lo sientes? — le preguntó cómo si fuera lo más obvio —, el avión se está moviendo más de lo normal. ¡Moriremos, Draco, moriremos! — repitió.

Draco se llevo el dorso de la mano a la boca y lo mordió, tratando con todas sus fuerzas no reírse.— Es normal.

— No lo es.— replicó ella.

— Ya. Es normal, Bella, que te lo digo yo.— insistió.

— Si morimos es tu culpa.

— ¿Mi culpa? — Se la estaba poniendo difícil, muy difícil. No podía aguantar más, quería soltar una carcajada por la expresión de su rostro; asustado y los ojos húmedos —, ¿y por qué será mi culpa?

Arranged marriage. (D.M)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora