Capítulo 9: Lluvia

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—Despierta, despierta ¡Tienes que ver esto!

Ethan me estaba moviendo tan fuerte que fue imposible no despertar, traté de no prestarle mucha atención, pero continuaba insistiendo, cuando me di la vuelta para ver qué es lo que ocurría los rayos de luz que entraban por la ventana lastimaban mis ojos, no podía creerlo, ¿en serio esto estaba pasando?

—¿Ahora lo ves? —dijo emocionado—. Es el sol, Rachel ¡El sol! Las cosas están volviendo a la normalidad.

—No puede ser.

Me levanté para acercarme a la ventana, esto en verdad estaba sucediendo.

Abracé a Ethan de la emoción, la ausencia de esta luz por días nos estaba volviendo locos, creímos que sería cuestión de tiempo para que las cosas empeoraran al no haber sol, pero ahora que al fin aquel martirio había terminado nos sentíamos mucho más aliviado.

Los rayos de luz que iluminaban el lugar eran símbolo de que aún podíamos albergar algo de esperanza.

Fui a la habitación de Zach y lo desperté.

—Tienes que ver esto —abrí las cortinas y el lugar se iluminó.

—Alguien superior a nosotros está jugando con el sol, ¿eh?

—Deja de lado las supersticiones, lo importante es que el sol ya regresó.

Esta vez habíamos despertado de buen humor. ¿Qué más da que sea probablemente el fin del mundo? Nos habíamos levantado algo tarde, así que decidimos buscar comida mientras que Zach se daba una ducha, era sorprendente que la casa en la que nos encontrábamos tenía mucha comida y el lugar estaba en perfecto estado, como si el caos no hubiera llegado hasta acá.

Por suerte contábamos con varios ingredientes a la mano, Zach se ofreció a preparar algo mientras buscábamos un poco de ropa extra para guardar en nuestras mochilas, teníamos un lugar seguro en el cual quedarnos, comida, ropa, luz, agua, lo suficiente como para sobrevivir un tiempo, no podía pedir más.

Salí para tomar aire, aunque claro, me aseguré de que ninguno de esos zombies estuviera al asecho, no había ni uno; estaba lloviendo, los rayos iluminaban todo y los truenos estremecían el cielo, mañana probablemente las cosas serían diferentes, pero justo en estos momentos, este lugar no parecía un mal escenario para morir, después de un rato Zach se sentó a lado de mí, estaba en la entrada e Ethan estaba en la puerta trasera.

—Hay algo que deberías ver —noté que había llorado, me entregó una caja—. La encontré esta mañana, haz un esfuerzo por recordar, por favor.

Al abrir la caja solo encontré fotos, varias eran mías, en algún recital, en comidas familiares, pero sin duda alguna la que más me sorprendió fue una foto que al reverso tenía escrito «Los amo, mamá y papá».

En ella se podía ver que a lado de mí estaba Zach y del otro lado mi madre con una bata blanca, nos encontrábamos afuera de la comisaría donde habíamos pasado la última noche, había terminado mi entrenamiento, lo recordaba al fin.

Zach no era mi instructor, sino mi padre, y fue en ese momento donde una ola de recuerdos llegó a mi memoria, cenas, salidas, cada momento que tuve con mis padres, los entrenamientos, las fiestas a las que asistí y también la última vez que vi a mi padre, despidiéndose de mí como si fuera una niña pequeña solo porque pasaría un fin de semana lejos de casa, recordé también la última conversación que tuve con mi madre.

Ella estaba a punto de salir, tenía una maleta y llevaba prisa

—Si no se lo dices tú, lo haré yo, lo estás jodiendo todo

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