4| La tristeza y enojo van de la mano

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JingYi jugaba alegremente con su primo Jin Ling, se encuentra en la secta Jin. Por lo general ese lugar era en el que mas tiempo se quedaba, cuando iba a la secta Jiang se quedaba con su tía y en algunas ocasiones también Jin Ling, de igual manera empezó a quedarse en la secta Lan, solo que en esta eran periodos de tiempo mas cortos.

No entendía porque tenia que ir entre tres sectas, tampoco preguntaba ya que en realidad en las tres se divertía. Eran diferentes, si, en la secta Jiang podía estar todo el día en el agua sin ser regañando, nadando o corriendo por todo el lugar, en la secta Jin era bastante consentido, (aunque no tanto como su primo) y en la secta Lan, que era mucha mas silenciosa y calmada que las dos anteriores, podía tener una divertida aventura por las montañas, manteniéndose siempre en el perímetro adecuado. 

Debido a que la secta Lan es en la que menos tiempo pasa, siendo apenas una semana o como máximo dos a diferencia de las otras dos sectas que puede quedarse varios meses, cuando puede pasar tiempo con su yéye y shūshu se emociona mas que de costumbre.

¡Estar con su shūshu era muy divertido! ¡En especial cuando podía jugar con los lindos conejitos! La primera vez que los vio soltó un chillido entre impresionado y emocionado. Había querido llevarse uno, pero su shūshu le había dicho que aun era muy pequeño para cuidar de un animalito, se había puesto triste pero luego de una palabras donde le decia que esos conejos eran de el también y podía visitarlos cada vez que quisiera volvió a animarse. Siendo honesto su shūshu no era alguien muy conversador y siempre tenia esa cara seria que JingYi se había dado cuenta intimida a otros, pero a el no le afecta, estar con su shūshu lo pone muy contento, su presencia es agradable, incluso si no dice nada en sus conversaciones infantiles JingYi siente que es escuchado, lo cual lo hace sentir importante.

Mientras piensa en su shūshu y que pronto quiere visitarlo, al igual que a su Yéye, se olvida que se supone tiene que estar buscando a Jin Ling quien se había escondido para ser encontrado. Jugaban a las escondidas, uno de sus juegos favoritos. Para cuando se fue a dar cuenta, estaba en una zona abierta cercana a los campos de entrenamiento. Frunció el ceño mirando a su alrededor, en sus ahora cinco años había estado pocas veces en el área de entrenamiento, recuerda una vez haber visto a su Tio Zixuan entrenar a unos discípulos, Jin Ling había comentado con orgullo que algún día el estaría haciendo lo mismo que su papá.

No se exalto por estar en un lugar que no frecuenta, en el caso de llegar a perderse en algún momento lo encontrarían, no seria la primera vez. Mientras no caiga la noche no se alarmaría, estaría bien. Con eso en mente siguió su camino esperando encontrar el camino de regreso, no se espero que luego de unos pocos minutos de caminata se cruzara con otros niños.

Llevan las túnicas doradas y tienen su edad, quizás unos dos años mayor, JingYi recuerda vagamente haberlos visto una que otra vez revoloteando alrededor de su primo, pero no esta seguro ya que Jin Ling apenas lo ve ignora a todos los demás y se concentra en el para pasar tiempo juntos.

—Mira quien esta aquí — uno de ellos nota su presencia y frunce las cejas con molestia en automático. — El joven maestro — menciona con burla — Espera ¿Cómo debo decirte? ¿Joven maestro Lan o Jiang?

—Puedes decirme como quieras — ignorante la actitud del otro, JingYi se alzo de hombros despreocupadamente, acostumbrado a ser llamado de una u otra forma, su apellido era Lan, pero al ir a la secta Jiang todos los llamaban por el apellido de ahí

Sin embargo su respuesta solo logro molestar mas a los otros tres, que dieron un paso amenazante en su dirección.

—Míralo, creyéndose tanto — gruño otro, tiene el cabello en una coleta. Una sonrisa de mofa se forma en sus labios — En realidad no eres tan importante, por algo tus padres te dejaron.

AmatistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora