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El cuarto oscuro y el frío viento que entraba por su ventana abierta solo le daba más dramatismo a ese momento, con Jimin llorando a mares intentando ahogar sus quejidos contra la almohada y muriendo de frío, pero demasiado agotado como para levantarse y cerrar la ventana sin sentir el impulso de lanzarse por ella.

Sintió su puerta abrirse tras él, ya que luego de la conversación que tuvo con su madre a través de la puerta, supo que ella volvería luego de unos minutos cuando pensara que sería buen momento para hablar.

Y ahora estaba ahí otra vez, con un bowl con crema batida esparcida en el y una cuchara.

—Es lo que sobró del relleno para pastel —dijo, extendiendo el bowl hacia su hijo, quién estaba de estómago en la cama, sus brazos cruzados haciendo el papel de almohada para su cabeza, que estaba ladeada mirando a su madre sin expresión alguna.

—No quiero comer ahora —dijo en voz débil, como solía quedar después de dos horas de llanto.

—Puedes llorar todo lo que quieras, pero dejar de comer no, Jimin —dijo su madre en un tono más serio.

Jimin fue rellenito de pequeño, al igual que muy bajo lo que lo hacía ver más rechoncho aún, y todo fue por genética de su madre, que tuvo problemas de sobre peso hasta los 15 años, víctima de burlas y comentarios ofensivos hacia su persona por parte de sus "amigas" y su propia familia. Por lo que desde los 16 hasta los 18 tuvo que lidiar con la bulimia.

Desde que Jimin nació, se prometió darle lo mejor, hacerle sentir cómodo con su cuerpo sin perder el hábito de una buena alimentación y siempre incitándolo a la actividad física, por lo que siempre tuvo un cuerpo normal, y siempre supo lo delicada que era su madre con los temas de las comidas y el peso, no permitiendo que Jimin se saltara las comidas, solo comiera chatarra o solo vegetales, ni que tuviera como prioridad ser delgado para ser lindo.

Jimin realmente quería esa crema batida, pero pensando en lo patético que se vería con la cara hinchada y roja comiendo crema se le iban las ganas.

Entonces su madre pasó su dedo por la crema llenándolo de esta, y luego lo pasó sobre los labios de su hijo, dejándo la crema en ellos.

Jimin sonrió pequeño y pasó su lengua por sus labios, quitando la crema y comiéndola.

Mucho mejor.

Hizo un esfuerzo para sentarse como indio en la cama y recibir el bol con crema de manera cómoda, dejándolo entre sus piernas y comenzando a comer.

—¿Por qué llegaste llorando? —le preguntó su madre, acariciando su pierna.

—¿Podemos hablar mañana de eso? —preguntó de vuelta en un tono de suplica, y su madre solo asintió después de darle una sonrisa pacífic—, ¿por qué hiciste un pastel?

—Mañana iré a ver a tu abuela a Busan, quería llevarle algo dulce, ya sabes que le gustan esas cosas —le dijo y Jimin sonrió al recordar las imágenes de su abuela llevándolo a comprar cuando tenía 7 años, siempre comprando pasteles para ambos a escondidas de su madre ya que la abuela de Jimin padecía de diabetes.

—Si, lo recuerdo, siempre decía que si moría, moriría dulcemente feliz —recordó Jimin y ambos rieron con cariño.

—Sé que te insisto mucho con este tema, hijo, pero siento que ir a Busan conmigo te podría hacer bie-

—Lo haré —la interrumpió Jimin antes de que continuara, y su madre abrió los ojos con asombro y emoción.

—¿En serio? —preguntó con una sonrisa igual a la de Jimin en su rostro y Jimin asintió, buscando refugio en el esbelto cuerpo de su madre, abrazándola por su cintura y escondiendo su cara en el hueco de su cuello y hombro.

Me Extrañas • YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora