C A P Í T U L O - 13

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Mi mente no dejaba de dar vueltas pensando en él.

Decidí no ir a la secundaria ya que mi ánimo no se sentía el mejor en este momento. Aunque tenía el uniforme puesto, ya no puedo ni pensar bien. Aparte que Bona me dijo que al sentarme en el lugar de los "becados" donde Young-Do hizo que me sentara ayer, podía ser que algunos chicos me empezaran a molestar.

Suspiré de nuevo.

Caminaba por los grandes edificios de la ciudad. Se sentía tan solitario.

Algunas personas me veían, siempre debía llamar la atención una extranjera, me empezaba a molestar eso.

De la nada mis pies me dirigieron hacia el cine. Bueno, quizá podía distraerme un poco.

A lo lejos escuchaba como mi teléfono sonaba por las llamadas, lo tomé y lo apagué sin ver quien llamaba.

Entré al cine, elegí una película que no conocía y entre. La sala empezó a oscurecer dando inicio a la película.

Estuve tan perdida en mis pensamientos que no me di cuenta cuando la película terminó y la sala ya se encontraba vacía.

Salí y ya estaba atardeciendo. No tenía ganas de prender mi teléfono así que decidí seguir caminando sin un rumbo fijo.

Me detuve cuando llegué a un callejón que no conocía. Retrocedí y esta vez decidí prender mi teléfono para ubicarme.

Al prenderlo, rápidamente apareció su apodo, como nombre de contacto. Mi corazón se aceleró.

- ¿Si?

-Oye, ¿Dónde estás? ¿Por qué faltaste a la escuela?

-Amm, no me dieron ganas -por tu culpa. -Estoy, no sé, me perdí.

-Envíame tu ubicación.

- ¿Por qué lo haría? -fruncí mi ceño.

-Vamos, déjate ayudar. -repitió las palabras que le había dicho ayer.

-Bien, oh, ya encontré una cafetería. Me quedaré aquí.

-Espérame. -y colgó.

Obviamente no vendría a buscarme a sí que le envíe la dirección como lo había indicado, al final no le di importancia si venía o no, y entre a la cafetería. Pedí un pequeño café frío.

Agradecí cuando me lo entregaron y me senté. Esperaba poder aclarar mis pensamientos, pero era muy difícil.

Me empezaba a odiar por no dejar de pensar en él. Luego de varios minutos, como lo supuse no llegó. Reí. Que ilusa.

Ya había terminado mi café así que me levanté, pero alguien que no conocía tomo mi mano.

- ¿Ocurre algo? -pregunté al chico que estaba en la silla.

-Dame tu número de teléfono.

¿Ah?

- ¿Perdón? -me solté de su agarré. - ¿Por qué debería darte mi número?

Volvió a tomar mi mano.

-Oye, suéltame. -intenté soltarme, pero el loco me estaba sujetando fuerte.

-Ya escuchaste. Suéltala. -giré mi cabeza hacia la voz. Era él.

Por un momento me sentí segura de que estuviera aquí.

-Así que no quieres.

Luego Young-Do lanzó una patada hacía la silla donde se encontraba el chico.

The Heirs - Royalty | Choi Young DoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora