10- Sonrisa matadora

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*EDITADO*

—Esto es una planta, con sus hojitas, su tallo, su color verde...

Él me enarca una ceja aún sentado en el borde del precipicio. Me siento estúpida al sostener la planta en mis manos. 

¿Cómo mierda no va a saber lo que es una planta Alala? Si está rodeado de ellas.

Dejo la planta en el suelo, volviendo a enterrarla porque sí, así de estúpida soy que quité la planta de la tierra para enseñársela. 

Hace tres días que hablamos — o más bien hablé— de enseñarle a comunicarse, y aprende muy rápido pero hay tantas palabras y expresiones que desconoce que ya no sé n como enseñárselas.

Estos tres días me he estado escabullendo por las noches del barco, y aunque pensé que él no vendría al día siguiente de proponérselo cuando llegué él estaba esperándome, sentado en el límite del precipicio.

Y así hasta hoy. Le he enseñado a dibujar, a escribir y ha hablar... Bueno más o menos, todo lo que pude enseñarle en tres noches.

—Lo siento— digo sonriendo por mi estupidez— sé que sabes qué es una planta...

Me siento junto a él y le quito el lápiz y la libreta que le regalé. Él me mira con el ceño fruncido, molesto por interrumpirle el dibujo. Al menos ya no me gruñe.

—¿Sabes como pronunciar "planta"?—le pregunto y él niega. — Vale, tienes que juntar los labios así... —él lo hace y el sonido de la "p" sale de sus labios. Sonrío al verlo concentrado y repitiendo el gesto varias veces. Los minutos pasan y sigo enseñándole a pronunciar palabras.— Persona.

—Persona— repite con su voz ronca y concentrada.

Sonrío emocionada porque haya repetido la palabra del tirón.

—Muy bien— me muerdo el labio, pensando en qué más palabra enseñarle y algo viene a mi mente.— ¿Sabes formular una frase?— Niega y yo asiento— Vale, ¿Te enseño?— vuelve a asentir.

Traje dos de las libretas en blanco para él, una para que dibuje y otra para enseñarle las palabras y todo eso. La de los dibujos se la lleva y vuelve con varias páginas dibujadas cuando nos encontramos, la otra solo la usamos aquí.

—Te enseñaré a presentarte— en esa simple acción se basan mínimo cuarenta y cinco minutos, en enseñarle como debe presentarse.

Me acerco más a él y le tiendo la mano, él la mira antes de estrechármela. Le dedico una pequeña sonrisa y niego, él me mira con el ceño fruncido, sin comprender que ha hecho mal.

—Me tienes que estrechar la mano después de que me presente. —me remuevo en mi lugar— Hola chico sin nombre, me llamo Alala y estoy encantada de conocerte. Ahora.

Él me estrecha la mano y la mueve con brusquedad de arriba a abajo, río por la acción.

—Hola— pasan unos segundos antes de que continúe.— me llamo... chico sin nombre— sonrío emocionada al notar el tono ligeramente burlón en su voz. ¡Por fin! ¡Ha mostrado signos de ser humano!— y me gusta conocerte.—eso último lo dice con n poco de duda.

—Bueno, es un avance— le sonrío y le doy su libreta de dibujos junto a un lápiz.

Veo la sombra de una sonrisa en sus labios y juro que estoy a punto del infarto. Coge la libreta, la abre por una página y empieza ha calcar el carboncillo del lápiz en la hoja.

Me paso horas y horas junto a él desde que pasamos estas tres noches juntos. Juraría que estamos juntos más de seis horas diarias. Se me hacen cortas al enseñarle y reírme de sus reacciones.

Bryan ; La Isla De La Anarquía (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora