35- El principio del fin

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Lucas me deja subir las escaleras primero.

Al llegar arriba lo miro sin saber muy bien que decir.

—¿Qué vamos a hacer?

—No lo sé, Alala. No tengo ni puta idea de qué hacer ahora— masculla molesto y me mira— Si te digo algo es para que lo hagas no para que te lo pases por el culo y hagas todo lo contrario.

—Iba a matarte— me defiendo.

—Y te dije que si lo hacía te fueses a mi habitación.

—Trataba de ayudarte.

—¿Quieres ayudar?— asiento— Pues cuéntame toda la mierda que sabes. Porque no soy gilipollas y sé que desde el principio ocultas cosas. Así puedes ayudar.

Su expresión es mortalmente seria y a mi me acude la duda. No sé que hacer.

Judith, Justin y Abril corren hacia nosotros.

—¿Estáis bien? ¿Qué ha pasado?—pregunta preocupada la señora Anderson.

—Estamos bien— Lucas me dedica una última mirada de advertencia— Y a cuanto lo que ha pasado— mira a Dylan— Avisa al consejo de una reunión urgente en mi despacho.

Él asiente y se va corriendo mientras Judith, Abril y Justin siguen insistiendo.

—Alala— me llama Justin y veo la confusión en su expresión— ¿Por qué tienes esa cara?

Sé que cara tengo, la de que estoy a punto de joderla.

Lucas me mira y me enarca una ceja.

—¿Vas a hablar de una puta vez? Porque te recuerdo que no tenemos tiempo.

—¿Contarte el qué?— pregunta Judith, confusa.

—Alala—me llama Abril y sé que sabe a lo que e refiere Lucas.

—Vaya, parece que tú hija también está metida en el asunto—masculla malhumorado Lucas y mira a Justin—¿Tú también estás?

Justin no contesta al darse cuenta de que habla.

Siento el nido de mi garganta crecer sin saber qué hacer. No quiero que mueran y sé que en estos momentos le tengo bastante miedo a Bryan pero tampoco quiero decir nada comprometedor de él.

—¿Alguien me puede explicar que pasa aquí?— pregunta confusa Judith.

—Lo que pasa es que tu hija y estos dos saben más de los clandestinos de lo que creíamos. Y si os sirve de incentivo a vosotros dos— señala a Abril y Justin que lo miran decididos a no abrir la boca. Ni siquiera lo dudan mientras yo sí lo hago— Tenemos veinticuatro horas para salir de aquí antes de que nos maten esas cosas.

Ambos me miran a mí con la esperanza de que se lo niegue pero no lo hago.

—Si en veinticuatro horas no salimos de la isla nos atacarán y matarán.

Ellos parecen dudar unos segundos pero vuelven a adquirir la postura decidida.

—¿Habéis estado con clandestinos?— masculla Judith entre anonadada y furiosa— Por Dios, pudieron haberos matado.

—Si no vais a decir nada, que os conste que la muerte de todos nosotros será única y exclusivamente culpa vuestra. Nos mataréis a todos— sisea Lucas antes de dar unos pasos, Judith sigue todavía confusa.

Trago saliva antes de hablar.

—El pelinegro se llama Bryan— mi voz tiembla mientras hablo y siento una lágrima resbalar por mi mejilla.

Bryan ; La Isla De La Anarquía (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora