26- Guardiana

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—Volveré mañana, te lo prometo.

—¿No puedes quedarte un rato más?

Le sonrío divertida.

—Eso dijiste ayer, Bryan. Debí haber vuelto ayer a la noche y me he quedado todo el día contigo.

Él suspira, molesto.

—¿Mañana vuelves?

—Sip.

Asiente.

—No te me mueras mientras. 

Una pequeña sonrisa hace acto de presencia.

—Adiós, chico sin nombre.

—Adiós, occhi neri.

Salgo de la cueva y cierro la trampilla escondiéndola con las hojas. 

Emprendo mi caminata hasta el campamento con la luz solar yéndose. Atravieso el río y continúo entre árboles y rocas, pensando en qué excusa poner.

Llevo la mochila colgada a la espalada cuando atravieso el límite entre el bosque y la playa.

La puesta de sol está frente a mí y agradezco que se vea a la perfección.

Miro el barco gigante y suspiro nerviosa por lo que suceda cuando entre.

Veo una figura masculina apoyada en la barandilla del braco y entrecierro los ojos, enfocando de quién se trata.

Me está dando la espalda pero en un momento se gira y mira en mi dirección. Lucas.

Se inclina un poco más hacia delante, supongo que comprobando de quién se trata.

Levanto la mano y la sacudo frenética con una amplia sonrisa.

Lo veo llevarse las manos al pelo y creo que está aliviado de verme pero lo que dice después me deja con el miedo en el torrente sanguíneo.

—¡SUBE AL PUTO BARCCO AHORA MISMO!

Me sobresalto y empiezo a correr hasta las escaleras, viendo venir el regaño que me va a caer.

Al llegar arriba veo a Lucas encaminarse furioso hacia mí. Le sonrío inocente.

—¿¡Se puede saber dónde cojones estabas!? ¿¡Sabes lo preocupados que nos tenías!? ¡Tenías que venir ayer, no hoy!

Me hago pequeñita en mi lugar, entiendo su cabreo y en verdad me lo merezco.

—Yo... me retrasé un poco...

—¡¿Un poco!? Un día entero, Alala. ¿Qué mierda estabas haciendo? ¿Y qué te pasó en la camiseta?

Miro mi camiseta y recuerdo que la rompí para limpiar a Bryan.

Preparo el teatro que preparé por el camino.

—Tuve unos problemas y me perdí

—¿Qué problemas?— entrecierra los ojos, analítico, y yo trato de no parecer nerviosa.

—Encontré un río y lo estuve siguiendo, después escuché ruidos y los seguí, encontré un jabalí en la noche y lo seguí cuando se escapó y volví a perderme. Y por arte de magia encontré la playa y la seguí hasta aquí.

Se me queda mirando durante unos segundos que se me hacen eternos.

—Te enseñé a no perderte— me reprocha y yo lo miro indignada.

—¿Eso es lo único que me vas a decir? Pues para tu información los árboles no me permitían ver el sol, el musgo no estaba como me explicaste, las plantas tampoco y los ríos no guían a colinas, aparecen de la nada. Nada está como me lo dijiste— me quejo.

Bryan ; La Isla De La Anarquía (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora