17- Una noche mortal

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Camino entre las penumbras de la noche, me he comido por lo menos cuatro ramas.

No tengo zapatos y las piedras y ramas tiradas en la tierra me lastiman las plantas de los pies.

—Joder— mascullo molesta cuando me tropiezo por tercera vez.

Paso el pequeño río refrescándome los pies y empiezo a subir la colina. Al llegar a la cima cojo una bocanada de aire. Definitivamente necesito hacer más ejercicio.

Camino lentamente y con precaución al ver la silueta masculina sentada en el precipicio. Está dibujando en la libreta que le di.

Una sensación en el pecho me emociona por volver a verlo. 

Me escondo detrás de un árbol cuando lo veo girar la cabeza. Tengo un deja vu.

 —Te vi.— su voz grave me calienta el pecho.

No salgo de detrás del árbol pero escucho cómo se pone de pie y sus pasos e acercan a mí.

Mi corazón late con fuerza, no lo voy a negar, un poco asustada.

Él se asoma quedando frente a mí, su expresión es seria para no variar. Le sonrío nerviosa.

—Te vi.

—Ya lo he notado.

Él se da media vuelta y vuelve a sentarse en el límite del precipicio, coge la libreta y el lápiz y sigue dibujando.

Me acerco con precaución y termino sentándome a una distancia prudente de él.

Bryan mira de reojo la distancia que puse entre nosotros y lo veo apretar la mandíbula.

Nos quedamos en silencio y por primera vez noto la tensión de un silencio incómodo entre nosotros.

Balanceo mis pies en el vacío sin saber que decir. Trago saliva, nerviosa y un poco asustada pero es él quién habla.

—Miedo.

Lo miro pero él sigue dibujando.

—¿Tienes miedo?

Niega.

—Miedo.

—No te entiendo.

—Tú.

—¿Yo tengo miedo?—asiente— ¿De qué?

Me mira tan serio que parece que no hubiésemos hablado nunca.

—Yo.

Trago saliva, nerviosa.

—¿Tengo miedo de ti?—asiente detenidamente.

No digo nada pero no aparto la mirada de la suya, sus ojos al menos no brillan.

Lo veo fruncir un poco el ceño y los labios al poner una mueca que me parece un poco ofendida.

—¿Miedo?

No miento y asiento. Bryan aprieta la mandíbula y me da la espalda, molesto.

—No puedes culparme—me defiendo— Eres una de esas cosas ¿verdad?

Él mira sobre su hombro.

—¿Cosas?

—Las "personas" de pelo blanco y ojos lilas— aclaro y veo como alza las cejas.

—Cosas— repite y noto el tono amargo en el que lo pronuncia y me doy cuenta el porqué.

—No era mi intención...

— Yo soy una de esas "cosas".

Joder, sabe formar frases cuando le interesa.

Una sensación incómoda se instala en la boca de mi estómago. Él es una de esas personas, él es un asesino, él no es normal...

Bryan ; La Isla De La Anarquía (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora