23-Ráche

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—Muy bien cariño— me sonríe ampliamente la señora Anderson.

—Ya verás como se me olvidará todo cuando esté ahí fuera.

Ella ríe un poco.

—Llevas las libretas por si eso ocurre.

Asiento. 

En dos días empiezo las exploraciones y no voy a negar mi nerviosismo ante la idea.

—Me muero de hambre— le comento y ella ríe—iré ya al comedor.

—Vale, cielo. Por cierto, dile a mi hija que quiero hablar con ella después. que vaya a mi habitación.

Asiento y salgo con las libretas de las malditas plantas en la mano.

Suspiro cansada por estas dos semanas de entrenamientos diarios de casi seis horas y clases intensivas sobre plantas medicinales.

Camino hasta mi habitación para dejarlas ahí y no llevarlas al comedor.

Tampoco se me olvida el pequeño detallito de que tengo una pistola y un cuchillo de caza debajo de mi colchón. Lucas me los ha dado, según él ya se suficiente como para sobrevivir lo justo.

Me enseñó a cazar, a camuflarme, a averiguar si el agua es potable, tucos para orientarme si me pierdo, a esconderme, a disparar y algunas técnicas básicas de defensa personal.

Sí, me enseñó todo eso en dos semanas. Porque la pistola no tiene balas que si no me metía un tiro. 

Las balas me las dará él cuando me vaya o cuando entrenemos.

Voy al comedor y ya todos están cenando. Cojo mi bandeja de puré y me encamino a mi mesa. Todos están sentados charlando.

Ya perdoné a Dylan aunque ahora trato de hacer las cosas sin que se dé cuenta. 

Pasó una semana desde el catorce de febrero, una semana desde que le conté a Justin y Abril mi pasado. Les agradezco que hayan actuado como si nada hubiese pasado después de dormir esa noche conmigo.

Me siento y cotilleo su conversación.

—Se lo voy a proponer.—dice Justin.

—No molestes a Lucas con esa estupidez.—le avisa Dylan.

—No es una estupidez.—se queja el rubio.

Vega come sin prestarle mucha atención mientras que Abril observa su discusión divertida. Me he dado cuenta de que es una cotilla.

—Voy a proponérselo— murmura Justin poniéndose de pie.

—No lo molestes— masculla Dylan.

—Pues voy a hacerlo igual— me mira y me sonríe— Hola sirenita, acompáñame. 

Le frunzo el ceño con la boca llena.

—¿A dónde?

—A la mesa de Lucas, la señora Anderson y todos esos.

—¿Para qué?

—Tengo que decirles algo  muy importante.

Me agarra del brazo y me pone en pie.

—Te vienes que tú le caes bien a la mayoría, Lucas incluido.

Río por su comentario.

—¿Yo? ¿Caerle bien a Lucas? Me usa de saco de boxeo, Justin— le digo.

—Yo voy—murmura Abril poniéndose de pie.

—Genial, así si me grita nos lo hará a los tres— sonríe ampliamente Justin.

Bryan ; La Isla De La Anarquía (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora