14-Oportunidades

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—¡Habla!

—¡Ya dije todo lo que sé!

—¡No es suficiente!

—¡Pues no es mi culpa!

Me cruzo de brazos, indignada, pero toda indignación es sustituida por una mueca de dolor cuando el algodón con alcohol toca una de mis heridas.

—Lo siento, cariño— se disculpa la señora Anderson.— pero va a dolerte un poco, sino no podré curarte.

Asiento y una punzada en el corazón me recuerda que Kiara era la que me curaba.

—Tiene que haber algo que nos pueda ayudar.— me acusa Lucas, el hombre de mediana edad que tiempo atrás sujetaba una pistola. 

— Hace apenas unas horas que sé de la existencia de esas cosas. No sabía siquiera que había alguien más aquí.—mentira.

Lucas me enarca una ceja y se cruza de brazos.

—¿Ah si? Porque yo creo que aquel chico sabía quien eras, y que tú también lo reconocías. Esas personas o lo que sean han matado injustamente a mucha gente.

Me quedo en silencio, la tensión en el ambiente se puede cortar con un cuchillo.

—No la presiones— le regaña la señora Anderson, la madre de la chica pelirroja.

Lucas clava sus ojos grises en ella, su expresión es dura.

—¿Qué no la presione? ¿Hace falta que te recuerde que tu hija estuvo a punto de ser devorada por esas cosas? —me señala— Ella lleva más tiempo aquí y debe contarnos todo. Cualquier pequeño detalle puede costarnos la vida.

La señora Anderson se levanta y coloca sus manos en su cintura.

— Tú mismo lo has dicho. Mi hija estuvo a punto de morir pero no lo hizo, Porque esa niña que tanto juzgas la salvó. — se acerca a él y le golpea con uno de sus dedos en el pecho— Lo que tú ni nadie pudieron hacer. Así que deja de presionar a la chica porque no sabemos toda la mierda por la que pasó. Está herida y eso es lo único que me importa ahora.

Lucas se queda callado con la mandíbula tensa, viendo a esa mujer acercarse de nuevo a mí y arrodillándose para seguir con su cura.

El moreno suspira, frustrado, para después mirarme con una expresión un poco menos dura.

—¿Puedes decirnos algo que que pueda servirnos? Cualquier detalle.

Me quedo pensativa. En realidad no hay nada que sepa, prácticamente me acabo de enterar que Bran no es producto de mi imaginación.

Después de lo sucedido en la playa Lucas le ordenó a todos los supervivientes—había muchas personas muertas en la playa— que subieran al barco en el que habían llegado. Todos obedecieron al instante y él me trajo aquí, a una sala bastante iluminada por las ventanas y sin estar inundada. Poco después llegó la señora Anderson que había estado curando a su hija.

—No creo que sea buena idea meterse en el bosque. Mi hermano y un amigo fueron a investigar si alguien más vivía por aquí hace una semana pero no volvieron.— una punzada en mi pecho hace presencia al pensar que Eros pudo haber muerto— Lía, Kiara y Zeus tenían pensado ir a por ellos mañana. Supongo que no les dio tiempo— murmuro afligida.

—¿Quiénes son esos?— pregunta Lucas delante de mí, con los brazos cruzados.—¿Dónde están?

—No importa donde estén— trago saliva.

—¿Por qué? Podrían ser de ayuda...

—Están muertos— le corto de una y él no cambia su expresión seria, todo lo contrario. Miro a la señora Anderson que me mira con una mueca comprensiva.— Esas cosas los mataron y se los comieron delante de mí.

Bryan ; La Isla De La Anarquía (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora