19-Apodo

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Mis pies aterrizan en la tierra húmeda y puedo darme cuenta que se trata de una especie de cueva escondida.

Sin soltarme de la mano me guía por un pequeño y estrecho pasadizo después de cerrar la trampilla hecha de palos.

Está muy oscuro y no veo nada solo me dejo guiar por Bryan hasta que ya no siento la estrechez del pasadizo. Bryan me suelta la mano y escucho sus pasos alejándose.

—Bryan— murmuro con voz temblorosa, no me gusta la oscuridad y mucho menos en esta isla—Bryan ¿Dónde estás?

Él no contesta pero poco después una luz termina iluminando el lugar.

Bryan está encendiendo unas especies de antorchas dejándome ver con más claridad el lugar.

Es una especie de cueva conformada por roca gris, el lugar es bastante amplio y hay varias cosas tiradas por el suelo.

Una cadena está empotrada en la piedra a unos pasos de mí. ¿Para qué quiere eso?

Hay una mesa improvisada con carne encima, prefiero no saber de qué. También hay una especie de manta tirada en el suelo. Otra mesa improvisada con un libro encima y n par de cosas más.

Es como una casa, solo que no lo es. Da mal royo.

Me acerco a la mesa lentamente bajo la mirada inquisitiva de Bryan, sujeto el libro leyendo el título.

Rimas y leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer.

No me esperaba que Bryan leyera estas cosas. Bueno, en realidad no me esperaba que supiese leer.

—No sabía que te gustase leer.— murmuro mirando con desinterés las páginas.

—No me gusta. No se hacerlo.

Retengo una risa y sonrío un poco.

—¿Y por qué tienes un libro si no sabes leer?— le pregunto divertida.

Él se encoge de hombros y yo niego sin borrar la sonrisa. Este chico es una joyita.

—Lo encontré.— termina respondiendo..

—Es un buen libro— le comento— ¿Quién sabe? Tal vez te enseñe a leer algún día.

Se acerca a mí y me quita el libro, moviendo el libro sin sentido alguno y con el ceño fruncido. Termina por tendérmelo.

—Para ti.

—¿Para mí?—repito confusa y me cuesta ignorar la calidez que siento en el pecho.

—Sí.

Lo cojo y le dedico una sonrisa.

—Gracias, Bryan.— digo sinceramente.

Él se me queda viendo más tiempo del necesario. No voy a negar que me siento un tanto incómoda por su mirada fija puesta en mí.

— ¿Por qué querías traerme aquí?

Él se da la vuelta y se sienta sobre la manta que está tirada en el suelo, coge la libreta y lápiz que traía en sus brazos y se pone a dibujar.

—Escondite.

Me acerco a él y me siento a su lado. Para no variar no me deja ver lo que dibuja.

—¿Es un escondite?

Bryan asiente sin quitar la mirada de la libreta.

—Me escondo de los míos. De todos. Aquí, tranquilo.

Me acerco un poco más a él, interesada en lo que estamos hablando.

—¿Por qué te escondes? ¿Te hacen algo?— pregunto con preocupación. No merece que le hagan daño.

Bryan ; La Isla De La Anarquía (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora