▪︎Capítulo 27▪︎

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MIA MCQUEEN

—Rachel —murmuro llevando una de mis manos a mi pecho. Mierda, qué susto me he dado hoy — ¿Qué haces aquí? ¿Me has seguido?

Mis ojos reparan su aspecto, se ve abatida e histérica cosa que me hace retroceder cuando detallo su rostro viendo como sus ojos se ven seriamente rojos e hinchados, mientras que sus labios se le ven rojos mientras que el labio inferior le tiembla.

— ¿Estás embarazada? —avanza un paso y yo retrocedo otro por instinto — ¿Lo que vi en el baño era una prueba de embarazo, cierto? Y has venido aquí a hacerte otra para confirmarlo.

Frunzo mi ceño.

—Rachel, no sé qué viste, pero seguramente estás confundida y viendo cosas donde no las hay.

— ¡No! ¡No! —Se altera empuñando sus manos y noto que trae un llavero — ¡Estás embarazada, maldita sea! ¡Lo hiciste para atrapar a Aarón! ¡¿Cuántas semanas tie...?!

—Cálmate, no sé qué estás hablando. Por dios, estás sacando suposiciones apresuradas. No sé qué diablos te pasa.

—Qué hipócrita eres —me acusa —Llegaste con cara de niña buena robándome a mi novio ¡A mi prometido!

Me sobresalto cuando mi celular empieza a sonar y algo angustiada lo saco de mi bolso revisando que se trata de Bárbara. Le corto, concentrándome en Rachel y el problemilla en el cual me puedo meter si no le saco la idea de la cabeza.

— ¡¿Quién era?! —cuestiona alterada.

—Rachel, cálmate, no solucionarás nada así de alterada.

—No, no —se vuelve a desesperar —Esto es tu culpa, si tú no hubieras aparecido, Aarón y yo estaríamos casados.

— ¡Pero no paso! — grité cuando los celos de saber que se pudo haber casado con la equivocada me invaden.

— ¡Y es tu culpa!

Dos lágrimas gruesas resbalaron por sus mejillas. Está demasiado alterada y mal.

—No, no lo es y ya supéralo, déjalo estar porque ahora solo te estás dañando —explique e intente hablar más calmado.

Mi celular vuelve a sonar, miro la pantalla reconociendo el nombre de Bárbara. Me desespero y decido pasarle, por un lado, a Rachel para poder llegar a mi auto para contestarle a Bárbara tranquila.

Pero cuando intento pasar por el lado de Rachel todo sucede muy rápido, mi celular resbala de mis manos y yo solo siento como algo caliente me atraviesa la piel donde se ubican mis costillas.

Una adrenalina me recorre el cuerpo completo, las piernas se me congelan mientras lo que se sentía como algo caliente se siente como un potente ardor que me hace girar el rostro viendo la expresión de Rachel.

—Él no te merece a ti. Es tu culpa, hija de puta. —susurra.

La voz no me da para hablar y me llevo una mano al costado sintiendo como se empapa la ropa y la mano con mi propia sangre.

— ¿Qué...?

Rachel se aleja con una expresión de susto y yo mantengo mi mano en el costado sujetando la navaja que me ha enterrado. Las piernas se me doblan y caigo presa del pánico al no poder hablar, ni reaccionar.

Al sentir como el tiempo pasa demasiado rápido y yo no avanzo.

Los ojos se me llenan de lágrimas, lo único que reacciono a hacer es sacarme la navaja logrando que gima de dolor y la lance lejos del alcance de Rachel que solo me observa.

Siempre has sido tú © [BT#2] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora