Operación héroe

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«Aléjate de los barrancones cuando ya no quede nadie despierto, y asegúrate de que nadie te sigue. Si quieres a tu hombre, te recomiendo que no me falles; sería una lástima tener que ensuciarme las manos.»

Por supuesto, no iba a fallar.

Avanzó sigilosamente por los pasillos de la Legión, pendiente de no emitir ni el mínimo ruido, y siguió las instrucciones de la nota misteriosa al pie de la letra. Aunque, en realidad, ese escrito era de todo menos misterioso porqué, por suerte o por desgracia, tenía una idea muy clara de quién era el autor de aquella amenaza.

Rod Reiss.

Había realizado su siguiente movimiento; lo sentía en cada paso que daba hacia el frente.

La sombra oscura que podía discernir a la lejanía, claramente de un hombre de baja estatura que aprovechaba la oscuridad de la noche para ocultarse de cualquier campo de visión, le reveló toda la información que necesitaba saber: Estaba en lo cierto. Así que siguió avanzando a paso tranquilo, al mismo tiempo que se llevaba cautelosamente la mano a su espalda, rozando con la punta de los dedos un puñal que estaba dispuesta a utilizar.

- ______ Clark Reiss, hija de Luzbel Reiss, mi... Ah, mi hermana bastarda. Aunque, por la relevancia de cargar con el apellido de la legítima familia Real, lo más correcto sería llamarte ______ Reiss Clark, ¿no te parece?

- Te odio, Rod Reiss. Me doy asco nada más recordar que por mis venas corre la misma sangre de un asesino.

- ¡Por favor, ______ Reiss! Me parece de muy mal gusto que una máquina de matar como tú utilice el término de «asesino» para definir a alguien como yo.

- ¡No soy una máquina de matar, desgraciado de mierda!

- Por supuesto que eres una máquina de matar. No sabes hacer otra cosa; matas por instinto, matas por necesidad, matas por placer. Eres tú la única asesina, ______ Reiss.

Antes de darse cuenta de lo que hacía, la daga de su padre ya ejercía presión contra el cuello de aquel sujeto, que no abandonaba su repulsiva expresión calmada ni siquiera bajo su intensa mirada de odio.

Le detestaba; detestaba mirarlo a los ojos y comprobar por ella misma, una vez más, el impresionante parecido con los suyos.

- No vuelvas a dirigirte a mí como Reiss, porqué te rajaré el cuello.

- ¿Rajarme el cuello? ¿¡Tú!? - El hombre empezó a reír y ella presionó con más firmeza el arma blanca contra él, transmitiéndole con la mirada todo su odio y su determinación. Bastaba con realizar un movimiento con la muñeca que le arrebataría la vida al instante. - Jamás vas a ser lo suficientemente fuerte para matarme, ______. Eres una máquina de matar de mentalidad débil, y eso es penoso.

- No voy a perder más tiempo hablando contigo, así que dime a qué has venido, Rod.

- Quiero darte una nueva oportunidad. - El hombre sonrió al mismo tiempo que sus ojos se iluminaban de un brillo pícaro. - ¡Vente conmigo, ______ Reiss! Necesitas ayuda, y yo soy la única persona que puede ayudarte. Sé que has descubierto tus dones hereditarios de la familia de los Reiss; déjame enseñarte a controlar tu poder.

- Lo he rechazado.

- No puedes rechazar algo que vive contigo.

OMEGA (Levi x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora