OMEGA (Levi x Lectora)

El arte de ser amado

- ¿¡De verdad que no has leído nada de Edgar Alan Poe!? No te creo. – Dijo Gunter incrédulo mientras Clark volvía a morder su trozo de pan, afirmando con la cabeza.

- No entiendo mucho de libros, pero si yo fuera ella tampoco leería todas esas historias de terror. – Habló Petra muy interesada en la conversación.

- Tsk, leer es una pérdida de tiempo. – Auruo chasqueó la lengua y los miró a todos como si estuviera aburrido. – Hay maneras más interesantes de pasar el rato.

- Como por ejemplo, estudiando todos los movimientos del capitán. – Se apresuró Erd a responder.

- ¡Erd!

Todos empezaron a reír y tanto Petra como Erd a levantarse. Auruo hizo lo mismo, con una expresión molesta pero una media sonrisa de lado. Mientras, Gunter y Clark permanecieron sentados.

- Buenas noches. – Le sonrió Petra a su amiga. - ¿Nos vemos mañana?

- Desde luego. – Le devolvió la sonrisa y Petra se alejó del comedor con el resto de su escuadrón.

- Estoy preocupado por ti, chica del pelo blanco. - ______ rió divertida por el "ingenioso" mote, pero enseguida esbozó una sonrisa triste, al igual que Gunter. – Sé que estás intentando ser fuerte por lo que le pasó a tu familia, y que intentas sonreír para no preocupar a nadie, pero también sé que no estás bien, Clark. Por mucho que sonrías, tus ojos han dejado de brillar.

- No deberías preocuparte más por mí, de verdad. Estoy todo lo bien que podría estar. – Esbozó su mejor sonrisa.

- No, Clark. No estás bien... ¿Os habéis peleado tú y Levi? Puedo hablar con él, si hace falta.

La chica se quedó en silencio y desvió la mirada. No quería llorar; eso únicamente lo hacía cuando se quedaba sola en su habitación y nadie podía hacer preguntas.

- Gunter, puedes retirarte. – Se pronunció el pelinegro con una mirada totalmente inexpresiva y el soldado obedeció, sin hacer preguntas. Clark también se puso en pie, bajo la mirada fulminante de su superior. – Tch, no he dicho que puedas levantarte.

- He terminado de cenar, teniente.

- No has comido prácticamente nada. – Levi la miró realmente serio y preocupado, ansioso por dentro, necesitado de ella. – Hay que arreglar esto aquí y ahora...

Una cadete del escuadrón de Erwin se aproximó al pelinegro y a la chica de la melena nívea con una actitud animada y conversadora, y Levi chasqueó la lengua, maldiciéndolo todo en sus pensamientos.

- Con su permiso, capitán. – La chica del pelo blanco realizó el saludo y se retiró.

Si siguiera la misma rutina infernal, repetitiva y asfixiante de todos los días, ahora iría a su habitación, se derrumbaría en un mar de lágrimas, se tumbaría en su cama, y dormiría en el hipotético caso de no tener pesadillas con los ojos tanto abiertos como cerrados. Sin embargo, esta vez fue distinto. Empezó a llorar antes de alcanzar su habitación, y por mucho que se tapara la boca con las manos, los gritos ahogados de ansiedad se escapaban entre sus dedos. Todo empezó a dar vueltas en su cabeza, invadida por un persistente ardor en el pecho y un eco ensordecedor.

- ¡Clark! – Petra la abrazó con fuerza, alarmada, pero sin la necesidad de hacer preguntas. – Ven.

Le pasó un brazo por los hombros y la condujo hasta su habitación. Le ofreció su cama para sentarse, un pañuelo y una infusión caliente para tranquilizarla. Permanecieron en silencio durante unos minutos, hasta que las dos se armaron de valor para sonreír: Una compadeciéndose de su amiga, la otra sin apartar la mirada de una taza humeante.