El arte de amar

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- Kiera, ¿y qué pasa si un Alfa no se enamora de un Omega y se enamora de otro Alfa, o un Omega de otro Omega?

- Bueno, ¿verdad que un hombre puede querer a otro hombre, y una mujer a otra mujer?

- Sí.

- Es exactamente lo mismo: No pasa nada. Estamos hechos para amar, Clark. No podemos escoger la persona que nos robará el corazón y tampoco está en nuestras manos robar el corazón que queramos. Simplemente pasa, y nosotros nos dejamos llevar.

- Entonces, ¿por qué hay gente que sigue pensando que es mejor que se junten un Alfa y un Omega?

- También hay gente que piensa que es mejor que un hombre se junte con una mujer. – La niña estaba alucinada con cada explicación, con la boca y los ojos tan abiertos que parecía que acabara de descubrir el secreto de la vida. La mujer de ojos color esmeralda sonrió cálidamente y empezó a acariciarle el delicado pelo blanco. – Lo cierto es que existe la creencia que un Alfa y un Omega son capaces de traer al mundo una criatura dotada de los recuerdos y las verdades del último Reiss que reinó.

- ¿La verdad sobre las murallas, los titanes, las dinastías y las clasificaciones por grupos de sangre?

- Así es.

La niña abrió los ojos, celestes como el cielo y brillantes como una galaxia, y sonrió ampliamente.

- Kiera, tú eres un Omega y yo también lo soy.

- Verdad. – Le revolvió el pelo con ganas mientras la pequeña ______ se reía con entusiasmo.

- Te quiero. – La mujer abrió los ojos como platos. - ¿Puedo llamarte mamá?

- Clark... - La niña la abrazó con esmero y Kiera trató de retener las lágrimas, que amenazaban en desbordarse por donde pudieran salir, absolutamente emocionada.

- Te quiero mamá.

- Yo también te quiero. – La estrechó con fuerza. – Y Erwin también te quiere. Y tu futuro hermanito también te va a querer. Vamos a ser una familia.

- Tengo ganas de que Erwin regrese de la expedición para poder llamarle papá.

- Yo también tengo ganas de que regrese. – Le dio un beso en la cabeza.

Clark abrió los ojos lentamente, sintiendo como el aire llenaba sus pulmones, como los dedos de las manos y de los pies se movían, como su pecho subía y bajaba, como su cabeza estaba hundida en una almohada y la espalda en un colchón. Ladeó la cabeza con cuidado y vio a Levi sentado en una silla junto a ella, cruzado de brazos y de piernas, con los ojos cerrados. ¿Cuánto tiempo llevaba durmiendo, inconsciente o simplemente con los ojos cerrados? Estaba en la enfermería de la Legión.

Desde luego recordaba cómo había llegado allí; no podría olvidarlo por mucho que quisiera.

Dylan estaba cubierto de sangre, Nate lloraba y Tom no se movía. Cuando abrió los ojos de nuevo vio a Levi rellenando su depósito de gas con lo poco que le quedaba a ella y salió ágilmente por la ventana, sin tiempo que perder. Cerró los ojos. Regresó reabastecido de gas por completo y seguido de cinco soldados de las tropas de guarnición, que se llevaron a los tres hermanos sobre sus espaldas. Cerró los ojos. El pelinegro se la cargó en la espalda, asegurando sus piernas con las mismas correas que él y atando su cintura a su cuerpo con la ayuda de una cuerda, y se la llevó a toda prisa al cuartel de la Legión. Cerró los ojos. Estaba tumbada en una camilla, llorando desconsoladamente, y Levi entrelazó sus dedos con los de ella con fuerza, besando su frente y susurrándole al oído palabras cargadas de sentimiento. Cerró los ojos. Él estaba allí, con ella, ¿descansando?, pendiente de su estado. No la había dejado sola en ningún momento.

OMEGA (Levi x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora