El cuerpo de exploración entró por las monumentales puertas del distrito de Trost. Por primera vez, el número de bajas y el de heridos se hizo verdaderamente visible. La mayoría de los cadetes entraban vendados, con las miradas perdidas en la nada, las mentes en otra parte y los corazones en el campo de batalla.
La gente que esperaba ansiosa la llegada de los héroes dejó de sonreír para reflejar una profunda decepción en sus caras. Clark bajó la mirada. ¿Dónde se habían quedado los corazones de aquellos que habían entregado sus vidas al resto de la humanidad? No habían muerto en vano, se negaba siquiera a pensarlo. Por eso y mucho más, la chica de la melena nívea se armó de valor para volver a levantar la cabeza y mirar al frente, por orgullo, por honor, por dignidad, por homenaje a sus compañeros caídos.
Finalizada la expedición, aquellos que quisieran contaban con 48 horas para visitar a sus familias y regresar al cuartel general de la Legión. ______ bajó de su caballo y buscó con la mirada al capitán de su escuadrón, a Erwin y a la capitana Hanji para despedirse. Entonces, alguien se aproximó por detrás y le tapó los ojos con las manos. Ella se giró rápidamente para ver de quién se trataba, con una idea muy clara y unas ganas infinitas.
- ¡Dylan! – Gritó saltando a sus brazos. Los dos hermanos se fundieron en un animado y reconfortante abrazo.- Te he echado mucho de menos.
- ¿Soy yo, o has empequeñecido respecto a la última vez? - Ella reaccionó haciendo pucheros y el chico rió divertido mientras acariciaba el pelo de su hermana. - Yo también te he echado de menos, enana.
Clark rompió el abrazo cuando localizó al pelinegro entre el resto de soldados, hablando con el comandante Smith. Sus ojos se iluminaron y agarró a Dylan de la mano para llevarlo ante sus superiores. El chico realizó el saludo, nervioso, una vez se encontró ante aquellas dos imponentes figuras de altísimos rangos.
- ¡Soy el cadete Dylan Gabe, soldado de la Policía Militar, de Trost! – Su voz se pronunció con firmeza, aunque una de sus manos empezó a temblar. Estaba sumamente nervioso por tener delante al Comandante Erwin y terriblemente intimidado por la mirada apática y fría del capitán Levi. Ni siquiera el comandante Nile Dawk, de la Policía Militar, o el comandante Dot Pixis, de las tropas de Gendarmería, imponían tanto.
- Con que tú eres el famoso Dylan. Clark me ha hablado mucho de ti. – Habló Erwin para relajar al chico. – Tenía ganas de conocerte en persona. Fuiste el décimo mejor de tu promoción de reclutas, ¿no es así?
- ¡Sí, señor!
- Respira, Dylan. – Le dijo Clark con una sonrisa traviesa. – Te vas a ahogar.
- Tranquilo, cadete. No mordemos. – Expresó Erwin, calmado. – Es normal que te sientas intimidado ante el capitán Ackerman.
- Tsk. – Levi realizó una mueca de desinterés por el asunto, cruzando sus brazos como de costumbre. – No he mordido a nadie. De momento. – Entonces sus ojos encontraron los de Clark, que por algún motivo se había ruborizado sutilmente ante aquel comentario. ¿Por qué se le había formado un nudo en el estómago? Esa chica lo estaba volviendo loco. No entendía nada de lo que sentía. – Era una broma.
Sin embargo, Dylan estaba más tieso y más pálido que antes. Nadie dijo nada, como si estuvieran procesando la información. Fue Clark la que rompió el silencio echándose a reír. Durante todo aquel tiempo que había convivido con Levi, había descubierto varias cosas sobre él. La primera, que el capitán tenía un secreto del que no hablaba aparentemente con nadie. La segunda, que no era tan arrogante como parecía. La tercera, se preocupaba mucho por el bienestar y la seguridad de sus subordinados. La cuarta, que no tenía precisamente lo que se conocía como sentido del humor (aunque a ella la hiciera reír cada dos por tres). Y la quinta, que Levi la atrapaba constantemente en una fuerte y misteriosa corriente de magnetismo de la que no era capaz de escapar.
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OMEGA (Levi x Lectora)
FanficClark. ____ Clark. Eso y que alguien quería matarme era todo lo que recordaba. ¿Mi pasado? Un misterio. ¿Creéis en los milagros? Yo no, sinceramente. Pero amar y ser amada sin que importara nuestro tipo de sangre fue lo más parecido a un milagro que...